En la Tierra a viernes, 29 marzo, 2024

MUCHOS VIDEOJUEGOS CATALOGAN MAL LA EDAD

Los videojuegos son uno de los grandes motores del avance informático. La mayor parte de las mejoras que se originan en el mundo de la informática se produce gracias a ellos, voraces consumidores de todos los recursos de nuestro ordenador. El problema está en saber qué videojuegos utilizan nuestros hijos y si son recomendables o no.

 

Esos videojuegos, y cuanto más violentos en mayor medida, son los verdaderos culpables de que los ordenadores se actualicen de forma tan rápida todos los años. Podríamos pensar que el culpable es Bill Gates, dueño de Microsoft, pero no; la realidad es que se debe a los videojuegos y al afán jugar de niños, jóvenes y adultos.

 

Esta forma de entreteniento, igual que el resto del ocio tecnológico, es utilizada nuestros hijos como una alternativa a la soledad y el aburriento. Otras veces, se trata splemente de la posibilidad del chico de estar con sus amigos diferentes motivos y descarga sus energías en la maquinita. Algunos videojuegos, utilizados sin medida, aíslan, hacen perder la noción del tiempo y de la realidad y pueden incrementar actitudes violentas. En alguna ocasión, sobre todo en Estados Unidos, se ha relacionado la utilización de videojuegos violentos parte de adolescentes con asesinatos a familiares o matanzas en colegios. Son casos excepcionales, pero existen.

 

En Adicciones Digitales (www.adiccionesdigitales.es) hemos estudiado a fondo esta situación. En realidad es una de las cuestiones que nos plantean los padres cuando damos una charla en algunos de los colegios de España, que muchos de ellos ven excesivo que sus hijos se puedan pasar todo el fin de semana sin hacer otra cosa que matar enemigos, a veces de forma extremadamente violenta.

 

Los factores que hacen que un videojuego enganche al usuario son, principalmente, que sea pactante y atractivo y que permita el uso de una fantasía que nos aleja de la realidad, y que no sea demasiado complicado de jugar. Son muy variados; van desde los estrictamente educativos a los absolutamente violentos o racistas. Unos son de pago y otros se pueden conseguir gratis. Hoy en día cualquier chaval puede comprar o bajarse de Intet de forma totalmente gratuita juegos que vulneran los derechos humanos.

 

En una charla que partí a finales de septiembre en un colegio de Segovia un padre me preguntaba preocupado los sistemas de catalogación. Yo le expliquen que lo prero que hay que hacer es mirar en la carátula del videojuego y ver la edad para la que están recomendados. Lo cierto es que esas recomendaciones no son excesivamente efectivas; muchas veces dejan bastante que desear y fallan más que una escopeta de feria, pero pueden darnos una prera idea. Por ejemplo, parece claro que si en un juego viene preso +18, es para mayores de 18 años y no debemos regalárselo, bajo ningún concepto, a un niño que acabe de hacer la Prera Comunión. Hay un sistema de catalogación que es bastante aceptable y nos puede dar una idea de los contenidos que van incluidos en un videojuego; se trata del código Pegi (www.pegi.info), que no contenta a todo el mundo pero puede pasar, aunque podamos no estar de acuerdo con algunas de sus catalogaciones morales.

 

El código PEGI (Pan European Game Information), está auspiciado la Comisión Europea e plantado en más de quince países de Europa. Es una herramienta relativamente útil para los padres cuando tenemos que elegir un juego para nuestros hijos.

 

Lo peor de este código, que no es malo pero tampoco la panacea, es que es un sistema voluntario en el que las clasificaciones son llevadas a cabo miembros de la propia industria del videojuego. Es una autovaloración que se realiza después de que los usuarios de la propia compañía clasifiquen el juego mediante un proceso relativamente complejo. Luego hace su aparición un organismo independiente, el Instituto Holandés de Clasificación de Material Audiovisual (NICAM) que certifica esa prera clasificación tras hacer las comprobaciones otunas.

 

El NICAM es fruto de una iniciativa del conjunto de la industria audiovisual, incluyendo a los fabricantes y distribuidores de videojuegos, películas y vídeo/DVD, así como a organizaciones representantes de las cadenas de televisión y el público. Su principal objetivo es desarrollar un sistema de clasificación del material audiovisual uniforme, basado en la autorregulación, que permite alertar a los padres sobre los posibles efectos negativos de algunos programas, películas y contenidos para sus hijos. Fue creado en 1999.

 

Pero la triste realidad, es que al comprar algunos videojuegos se comprueba que ni siquiera están bien catalogados para la edad a la que van dirigidos. A modo de ejemplo, uno de ellos, dirigido a mayores de 16 años, consiste en un aspirante a mafioso que atropella a personas y las mata con un bate de béisbol mientras escucha las lágras y los gritos de sus víctas que piden piedad con frases como esta: “Por favor no. Soy demasiado joven para morir”.

 

 

 

JUAN MANUEL ROMERO MARTÍN, ADICCIONES DIGITALES

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