En la Tierra a viernes, 29 marzo, 2024

Ángela Merkel con bigote estilo Hitler, retirado de El País.com

Merkel_Hitler

El diario El País publicó ayer de su web una columna de opinión en la que comparaba a la canciller alemana Ángela Merkel con Adolf Hitler. Sin embargo, y pese al deleite de varios lectores con el artículo, el diario español lo retiró apenas pasadas unas horas y pidió disculpas a quienes manifestaron su indignación en Twitter.

 

Las reacciones en Twitter han vuelto a ser la clave para que un diario tome ciertas decisiones editoriales.  El diario español ‘El País’ se disculpaba ayer la publicación en su edición de Andalucía y en su web de una columna de opinión titulada ´Alemania contra Europa´ firmada Juan Torres López, profesor de Economía en la Universidad de Sevilla. En esta columna se comparaba a la canciller alemana Ángela Merkel con Adolf Hitler. El diario ha manifestado que consideraba este texto ‘inapropiado’ y lamentaba el error atribuyéndolo a ‘falta de supervisión’.

 

Sin embargo, en la red social Twitter se prendió la mecha de la polémica; pero también ha suscitado reacciones en la web de El País y en la del autor del artículo, cuya disculpa cuenta ahora mismo con más de 130 comentarios. Desde la publicación hasta la supresión de la columna ha provocado y sigue provocando reacciones en Intet. Algunos internautas expresaron su indignación; sin embargo, otros muchos manifestaron su aprobación, tachan los hechos de ‘censura’ y expresan su solidaridad a Juan Torres ‘el atentado a la libertad de expresión del diario que, cada vez es menos referente de lo que opinan sus lectores’

 

En el artículo se recogían frases como: ‘Merkel, como Hitler, ha declarado la guerra al resto del continente, ahora para garantizarse su espacio vital económico’. Otro de los comentarios decía: Ángela Merkel ‘nos castiga para proteger a sus grandes empresas y bancos y también para ocultar ante su electorado la vergüenza de un modelo que ha hecho que el nivel de pobreza en su país sea el más alto de los últos 20 años, que el 25% de sus empleados gane menos de 9,15 euros/hora, o que a la mitad de su población le corresponda, como he dicho, un miserable 1% de toda la riqueza nacional’.

 

El autor del artículo no tardó tampoco en aclarar lo ocurrido. En su página web manifestaba: ‘Sin entrar a valorar la decisión del diario, lamento que se interprete que la tesis de ese artículo es comparar a la Señora Merkel con Hitler, tal y como algunas personas están dando a entender en la red [..…] Es más, creo que interpretarlo así solo sirve para desviar la atención sobre el fondo de mi artículo que es claramente otro’. Juan Torres López continúa explicando: ‘[…] creo que los europeos tenemos la obligación de recodarnos el daño tan grande que ya en otras ocasiones nos hicos darle prioridad a los intereses financieros y de las grandes coraciones, como creo que está sucediendo ahora’.

 

Muchos internautas le daban la razón: ‘He leído su artículo y efectivamente creo que solo una mala lectura puede llevar al lector a interpretar que su intención es compara a Merkel con Hitler. Su artículo es totalmente correcto. Lamentablemente usted puede asumir la autoría, pero creo que ningún autor pueda responsabilizarse de las lecturas que el público haga de sus textos. Personalmente considero que el artículo es totalmente correcto y no he observado en él afirmación alguna que pueda considerarse inapropiada’, escribía uno de sus lectores.

 

El artículo de Juan Torres retirado

“Es muy significativo que habitualmente se hable de “castigo” para referirse a las medidas que Merkel y sus ministros ponen a los países más afectados la crisis.

Dicen a sus compatriotas que tienen que castigar nuestra irresponsabilidad para que nuestro despilfarro y nuestras deudas no los paguen ahora los alemanes. Pero el razonamiento es falso pues los irresponsables no han sido los pueblos a los que Merkel se empeña en castigar sino los bancos alemanes a quienes protege y los de otros países a los que prestaron, ellos sí con irresponsabilidad, para obtener ganancias multillonarias.

Los grandes grupos económicos europeos consiguieron establecer un modelo de unión monetaria muy perfecto y asétrico que enseguida reprodujo y agrandó las desigualdades originales entre las economías que la integraban. Además, gracias a su enorme capacidad inversora y al gran poder de sus gobiernos las grandes compañías del norte lograron quedarse con gran cantidad de empresas e incluso sectores enteros de los países de la periferia, como España. Eso provocó grandes déficit comerciales en éstos últos y superávit sobre todo en Alemania y en menor medida en otros países.

Paralelamente, las políticas de los sucesivos gobiernos alemanes concentraron aún más la renta en la ca de la pirámide social, lo que aumentó su ya alto nivel de ahorro. De 1998 a 2008 la riqueza del 10% más rico de Alemania pasó del 45% al 53% del total, la del 40% siguiente del 46% al 40% y la del 50% más pobre del 4% al 1%.

Esas circunstancias pusieron a disposición de los bancos alemanes ingentes cantidades de dinero. Pero en lugar de dedicarlo a mejorar el mercado interno alemán y la situación de los niveles de renta más bajos, lo usaron (unos 704.000 millones de euros hasta 2009, según el Banco Internacional de Pagos) para financiar la deuda de los bancos irlandeses, la burbuja inmobiliaria española, el endeudamiento de las empresas griegas o para especular, lo que hizo que la deuda privada en la periferia europea se disparase y que los bancos alemanes se cargaran de activos tóxicos (900.000 millones de euros en 2009).

Al estallar la crisis se resintieron gravemente pero consiguieron que su insolvencia, en lugar de manifestarse como el resultado de su gran prudencia e irresponsabilidad (a la que nunca se refiere Merkel), se presentara como el resultado del despilfarro y de la deuda pública de los países donde estaban los bancos a quienes habían prestado. Los alemanes retiraron rápidamente su dinero de estos países, pero la deuda quedaba en los balances de los bancos deudores. Merkel se erigió en la defensora de los banqueros alemanes y para ayudarles puso en marcha dos estrategias. Una, los rescates, que vendieron como si estuvieran dirigidos a salvar a los países, pero que en realidad consisten en darle a los gobiernos dinero en préstamos que pagan los pueblos para traspasarlo a los bancos nacionales para que éstos se recuperen cuanto antes y paguen enseguida a los alemanes. Otra, pedir que el BCE cortase de raíz los ataques especulativos contra la deuda de la periferia para que al subir las pras de riesgo de los demás bajara el coste con que se financia Alemania.

Merkel, como Hitler, ha declarado la guerra al resto de Europa, ahora para garantizarse su espacio vital económico. Nos castiga para proteger a sus grandes empresas y bancos y también para ocultar ante su electorado la vergüenza de un modelo que ha hecho que el nivel de pobreza en su país sea el más alto de los últos 20 años, que el 25% de sus empleados gane menos de 9,15 euros/hora, o que a la mitad de su población le corresponda, como he dicho, un miserable 1% de toda la riqueza nacional.

La tragedia es la enorme connivencia entre los intereses financieros paneuropeos que dominan a nuestros gobiernos, y que estos, en lugar de defendernos con patriotismo y dignidad, nos traicionen para actuar como meras comparsas de Merkel.”

 

Seguiremos informando…


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