En la Tierra a jueves, 28 marzo, 2024

¿Y para esto queríamos un debate a cuatro?

Dos años esperando el debate a Cuatro entre Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias y el resultado ha sido para olvidar. Nada ha resultado como se esperaba y pocos recordarán un encuentro sin tensión y que no ha cumplido ni con la más mínima expectativa. Todo comenzó mal, siguió peor y terminó fatal. Los nuevos partidos prometieron una nueva era que en el debate a cuatro estuvo muy lejos de llegar. Rivera e Iglesias han mostrado más de lo mismo en un pésimo precedente para el 26J.

LA REALIZACIÓN: La Academia de Televisión (ATV) puso en marcha una realización de esas a las que nos tiene acostumbrados y que nos hace añorar las producciones realizadas por los canales de televisión. Lo hemos dicho muchas veces: los debates los tienen que realizar quienes saben de televisión y no los jubilados del sector, un grupo de profesionales que fueron grandes en el pasado pero que hoy deben dar un paso al costado de una vez por todas para profesionalizar la realización de estos encuentros.

LOS PRESENTADORES: Quizás lo único rescatable fueron un par de preguntas de Vicente Vallés, pero sólo dos preguntas. Todo lo demás fue para olvidar ¿Quién se hace responsable de la pésima idea de poner a tres bustos parlantes a intentar moderar un debate a cuatro? Un encuentro que nunca tuvo sentido, ni guiones, ni estructura. Pedro Piqueras nunca terminó de encajar y siempre se le vio a destiempo en sus intervenciones mientras que Ana Blanco pasó tan desapercibida que pocos recordarán que estuvo moderando este debate.

LOS CANDIDATOS: Tampoco estuvieron a la altura. Todos se mostraron a la defensiva y excepto Albert Rivera nadie arriesgó. Mariano Rajoy se mantuvo en su línea, repeliendo los pocos envites de sus contrincantes y recordando decenas de veces su legado económico. Machaconamente recordó también que quiere crear dos millones de empleos algo que pocos se creen a estas alturas. Pablo Iglesias fue otro que no quiso arriesgar desmarcándose absolutamente de apariciones en debates anteriores, probablemente porque su condición de segundo en las encuestas pesó más de la cuenta. Y Pedro Sánchez fue quizás el más perjudicado con este juego a la defensiva de todos los candidatos. Es el tercero y por tanto era el que más tenía que arriesgar. No lo hizo y es probable que haya desperdiciado su última posibilidad de recortar terreno.

En definitivo un mal debate, un debate aburrido al que los medios intentan sacar petróleo donde no lo hay. No se engañen, el debate fue para olvidar a pesar de lo que digan el resto de medios que a estas alturas siguen analizando hasta la décima derivada de un mal programa de televisión y de un pésimo debate político.

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