En la Tierra a jueves, 25 abril, 2024

El laberinto de la queja

Todos sabemos lo que es la queja y, seguramente, todos nos quejemos de algo en alguna ocasión. Pero otra cosa es cuando vivimos un estilo de vida en el que ésta es una constante. Es ahí dónde nos encontraremos en un laberinto. La queja puede nacer de diferentes emociones como la rabia, la frustración, el aburrimiento, la ira… Tiene muchas compañeras de camino. También puede darse por diferentes motivos o acontecimientos: cuando las cosas no salen como a uno le gustaría, cuando no se ven cumplidas las expectativas, ante una situación de injusticia o un episodio incómodo de los que a veces nos suceden.

Sea como sea es algo natural que no vamos a decir si es bueno o malo porque no estamos aquí para juzgar. La pregunta que debemos hacernos es si esa queja nos aporta algo positivo, como pueda ser desahogarnos, lograr lo que deseábamos, hacer justicia, reivindicar algo que nos corresponde,… o si por el contrario lo que nos produce es un estado de amargura, de sinsabor, desilusión… cuando la queja nos domina y hasta se llega a instalar en nosotros en nuestro lenguaje habitual.

Cuando nos quejamos de actitudes o acciones de otras personas, muchas veces lo que nos molesta no es el hecho en sí, sino lo que nosotros pensamos sobre ese hecho, nuestra interpretación. Te propongo unos pasos muy sencillos para gestionar todo esto:

  1. Tomar consciencia de cuál es mi situación en referencia a la queja.
  2. Decidir si estoy cómodo en esta posición o si por el contrario me está limitando, boicoteando y amargando la vida.
  3. Si reconozco que me encuentro en el laberinto de la queja, asumir la responsabilidad: Mientras pensemos que éstas dependen de las circunstancias de los otros o de los acontecimientos de la vida, no tendremos el poder para salir del laberinto. El diez por ciento es lo que nos ocurre y el noventa restante es lo que nosotros decidimos hacer con eso que ocurre, qué actitud y qué foco queremos tomar. Cuando no puedo cambiar aquello que me molesta, lo mejor es cambiar mi actitud.
  4. Pasar a la acción: Mover nuestro enfoque y posición de manera que empecemos a ver todo aquello por lo que dar gracias. La GRATITUD es el mejor antídoto para la queja. Cuando empezamos a dar gracias nuestro diálogo interno se modifica y la queja se disuelve.

Sin embargo las quejas expresadas de la manera correcta como una necesidad en el momento adecuado, y a la persona correcta, pueden tener un resultado positivo.

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