En la Tierra a viernes, 29 marzo, 2024

Los pecados de Antonio Caño: el director de ‘El País’ bajo el punto de mira

Antonio Caño cumplirá estos días 32 meses (dos años y medio) como director de El País, un periodo muy turbulento en el que siempre ha ido a peor su relación con la opinión pública, la redacción y hasta los lectores. El último episodio ha sido la estrambótica carta en la que pedía perdón a sus suscriptores por la “efervescencia” del editorial que hace unas semanas pedía la salida de Pedro Sánchez. Pero no es el único episodio. Caño ha hecho algo que parecía casi imposible en el sector: hacer bueno a su antecesor Javier Moreno.

La semana pasada publicamos que desde que El País decidió servir descaradamente a los intereses electorales del Partido Popular (en mayo del año pasado tras los resultados de las municipales) ha perdido 50.000 ejemplares de difusión durante, un periodo que coincide con buena parte del mandado de Caño en El País. Esta tendencia se ha acentuado en las últimas semanas ya que muchos lectores han culpado al diario y a Prisa se emprender (con éxito) una descarada campaña para quitar del escenario político a Pedro Sánchez.

Cumplido el objetivo Antonio Caño ha enviado una carta a los cerca de 500 suscriptores de El País que se han dado de baja para justificar ese duro editorial que tildó a Sánchez de “insensato sin escrúpulos”, simplemente porque se negó sistemáticamente a facilitar la investidura de Mariano Rajoy. Caño indicó que probablemente este texto nació fruto de la “efervescencia” del momento y de la situación política que vivimos.

El País de Caño, sin exclusivas pero muy cercano al poder

Un lobo con piel de oveja, porque semanas antes el Comité de redacción pidió una reunión con el propio Caño para transmitirle el enfado de la redacción con las formas de este editorial. En ese momento, el conciliador Caño, que pide disculpas a sus suscriptores, concedió solo dos minutos a sus trabajadores para explicarles de manera muy seca que la línea editorial del diario la decide él y no su redacción, dando por cerrado el debate de manera abrupta.

Este es quizás el ejemplo más ilustrativo de la pésima relación de Antonio Caño con los redactores de El País. Caño llegó para sustituir a Javier Moreno, porque Juan Luis Cebrián necesitaba un periodista aún más cercano al poder para consolidar el absoluto viraje hacia a la derecha de su cabecera. Y Caño fue el hombre indicado, un periodista con buenos contactos en las empresas, en la Casa Real y en las instituciones, los políticos los dejó en manos de Cebrián y juntos construyeron lo que hoy es El País.

En todo este proceso no ha dudado en someter a la redacción, olvidarse de los históricos y establecer sus propios métodos con un disfraz de nuevo periodismo, pero con un trasfondo que no es más que el periodismo oficialista de toda la vida. Las exclusivas y escándalos destapados desde que Caño es director de El País se cuentan con los dedos de las manos y la calidad y el peso de sus informaciones ha caído en picado. Los más contentos han sido los partidos políticos y las empresas, porque el “principal diario en español” ha dejado de molestar.

Desplome de casi 100.000 ejemplares de difusión

Y por si fuera poco, Caño ha querido trascender y se ha inventado una revolución digital en El País que solo él ha entendido. En mayo de este año, vaticinó el fin del papel y se entregó a las nuevas tecnologías diciendo que la versión impresa de El País se publicaría hasta que fuese posible. Palabras bonitas que no se han concretado en nada más que un nuevo sistema de trabajo de su redacción que apunta hacia la publicación de contenidos influenciados por las redes sociales y por el tuit y la viralización del momento. Un nuevo sistema que según la redacción no ha cambiado nada y que sólo ha complicado la labor periodística diaria.

Según Caño, los contenidos de calidad de El País no entran en esta ecuación de nuevo periodismo. Es el legado de Antonio Caño en sólo dos años y medio al frente de El País. Una gestión que desde luego tiene muy satisfecho a Juan Luis Cebrián, a las empresas y a los políticos, pero que ha hecho que sus redactores estén cada vez más descontentos, que sus suscriptores se den de baja de manera masiva y que al menos se hayan perdido 95.000 ejemplares de difusión desde su llegada a la dirección del rotativo. Un tercio de los 267.000 ejemplares que dejó su antecesor en abril del año 2014.

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