En la Tierra a jueves, 18 abril, 2024

El hambre emocional aumenta las posibilidades de sufrir sobrepeso, obesidad y otros trastornos metabólicos

Con la llegada del mes de agosto, son muchas las personas que empiezan las vacaciones y, consecuentemente, ven alterados sus hábitos alimenticios. Esta realidad puede favorecer la aparición de hambre emocional, una falsa sensación de apetito que, a diferencia del hambre físico y las necesidades fisiológicas, está vinculado al estado de ánimo y a la gestión de las propias emociones.

Tal y como explica Andrea Arroyo, psicóloga y nutricionista de alimenta’t y colaboradora de tuMédico.es, “el hambre emocional es una sensación de apetito que puede aparecer a cualquier hora del día y que solemos satisfacer con alimentos poco nutritivos pero muy calóricos”.

Situaciones de estrés o ansiedad, dificultades sociales o laborales, conflictos familiares, alimentación desordenada o tendencia a estar deprimido son algunos factores que pueden favorecer el acto de comer de forma emocional o por aburrimiento.

La principal consecuencia de ingerir alimentos poco nutritivos pero muy calóricos es el exceso de peso que, indirectamente, puede derivar en alteraciones metabólicas y hormonales como la diabetes o el exceso de colesterol. No obstante, el hambre emocional también puede afectar a nuestro equilibrio psíquico. “A nivel emocional, este tipo de hambre puede originar sentimiento de culpabilidad, sensación de frustración y tristeza”, comenta la especialista en psico-nutrición.

Las personas más susceptibles de sucumbir al comer emocional son aquellas que usan la comida como un regulador de sus emociones. “La dificultad para el autocontrol, la baja autoestima o usar los alimentos como premios, castigos o recompensas puede favorecer que una persona se rinda más fácilmente al hambre emocional”, alerta Arroyo.

“Para gestionar el hambre emocional, es fundamental un abordaje dietético-nutricional, basado en una educación en alimentación sana y la instauración de un estilo de vida saludable, junto con un apoyo psicológico que nos ayude a identificar las causas o motivos por los cuales nos llevan a episodios de hambre emocional”, aconseja Andrea Arroyo, psicóloga y nutricionista de alimenta’t y colaboradora de tuMédico.es.

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