La “Fiesta Nacional” de Bono

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La “Fiesta Nacional” de Bono

Querido director,

La decisión del Ministro Bono de hacer de la “Fiesta Nacional” de este año de 2004 una “Fiesta de la Reconciliación” (con represtación de todas las Españas menos la “terrorista”) ha provocado reacciones dispares e incluso polémicas periodísticas de alto calado partidista, pues algunos han visto muy mal que esté representada la División Azul y otros los “rojos” de la “División Lecler” (y ojo que lo de “rojos” aplicado a los republicanos lo inventó Largo Caballero el 12 de agosto de 1933 en la Escuela Socialista de Torrelodones). Otros han criticado la presencia de los comunistas que sirvieron a Stalin hasta su muerte, pues si los nazis y Hitler fueron sanguinarios no le van a la zaga Stalin y sus comunistas. Olvidando unos y otros que la “Reconciliación” de un pueblo dividido una Guerra Civil sólo es posible si ambas partes olvidan completo el pasado e hincan juntos, aunque no revueltos, un nuevo camino, que fue precisamente el mayor acierto de la Transición tras la muerte de Franco y la llegada del Rey Don Juan Carlos I y la Constitución de 1978.

Pero, en realidad no es esta decisión de Bono de lo que yo quería hablar hoy. El hecho de la presencia de un militar franquista y otro republicano me ha hecho recordar algo en lo que yo participé directa  y activamente. Sucedió en 1973, cuando todavía vivía Franco. Estaba yo entonces de subdirector de “Pueblo” con Emilio Romero (mi mejor maestro) y aficionado a la Historia como he sido siempre se me ocurrió establecer un premio sobre “Memorias de la Guerra Civil española”, pensando que razón de la edad muchos de los protagonistas 1936 – 1939 se estaban muriendo y llevándose a la tumba testonios de incalculable valor histórico. A Don Emilio le pareció acertada la idea (él mismo había sido uno de esos protagonistas) y entonces nos pusos de acuerdo con la Editorial “Gregorio del Toro”, con la que habíamos editado las “Memorias de la Reina Federica”, la madre de Doña Sofía, y que estaba publicando obras muy interesantes, y pusos en marcha el Premio, con una dotación económica silar al del “Planeta”.

El prer tema que Don Gregorio y yo nos planteamos fue el del Jurado, que ambos estábamos de acuerdo en que tenía que ser un Jurado tante, parcial y bien visto las gentes de los dos bandos de la Guerra Civil… y sobre todo el Presidente. Y pensamos que ideales hubieran sido Menéndez Pidal, Idalecio Prieto, Diego Martínez Barrios, pero ya habían muerto, así que nos centramos en los vivos posibles: José María Gil Robles, Claudio Sánchez Albornoz, Salvador de Madariaga y Don Ramón Serrano Súñer. Tras analizar los pros y los contra de cada uno de ellos llegamos a la conclusión de que nuestro hombre era Don Ramón Serrano Súñer y a él nos dirigos… y don Ramón aceptó encantado el proyecto en cuanto se lo expusos una tarde en su casa de Príncipe de Vergara. Eso sí, Don Ramón puso de inmediato dos condiciones: una, que el Jurado estuviese compuesto a partes iguales representantes de los dos Bandos, militares y políticos, y dos, que el Premio se otorgara al mejor trabajo sin distinción de colores políticos. Aceptamos sus condiciones y nos pusos en marcha para completar el “gran Jurado”, partiendo de que Emilio Romero tenía que forma parte del mismo, su prestigio como periodista, su protagonismo en la Guerra e incluso su obra histórica (Don Emilio ya contaba con el Premio Planeta su novela “La Paz empieza nunca”).

Como militares conseguos al general franquista Carlos Iniesta Cano, a la sazón Director General de la Guardia Civil, y al general republicano Don Urbano Orá de la Torre, que fue como oficial de artillería el verdadero artífice de la toma del Cuartel de la Montaña de Madrid en el momento decisivo del Alzamiento… y en este tono se eligieron a los demás miembros. Fue algo muy democrático y “reconciliador”.

Bueno, pues el concurso fue un verdadero éxito, ya que sólo el prer año se presentaron más de 100 trabajos, muchos de ellos de exiliados que no querían volver mientras viviese Franco.(1) “Gregorio del Toro” publicó más de sesenta obras en una colección única, que nunca debió suspenderse. Pero, lo mejor de aquello fueron las reuniones del Jurado, sobre todo la prera, cuando en el reservado del hotel Mindanao se sentaron los representantes de los dos bandos de la guerra. Aquel abrazo entre el general franquista y el general republicano nos hizo llorar a casi todos los presentes, incluyendo al Presidente Serrano Súñer, que era, fue, el prer acto de la gran “reconciliación” que vendría después y que ahora ha cerrado el Ministro.

 

Julio Merino

 

(1) Por cierto que el prer premio se le concedió a “La mente de la esperanza” de la que era autor Eduardo de Guzmán un brillantíso periodista anarquista que vivió la guerra como muy pocos y  que sufrió la represión posterior al 39 en propia sangre, padeciendo cárcel, condena a muerte y un milagro.

 

 

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