Desde la industria farmacéutica se han lanzado gritos de auxilio en contra de las presiones a las que se sienten sometidos. Al parecer, las opiniones políticas y sociales obligan al sector a defenderse de presiones y críticas que, según parece, pueden repercutir en la salud de los ciudadanos.
El sector está asfixiado políticas sanitarias (como controles de precios, el recorte de los derechos de propiedad intelectual, etc) que están poniendo en peligro las inversiones en I+D en muchos países del mundo, atacando su credibilidad y favoreciendo una mala reputación en la opinión pública a pesar de ser una industria que ha hecho bastante en materia de salud.
Se ha alertado sobre lo que desde el sector definen como una campaña mundial contra la innovación farmacéutica y desde dentro instan a que se haga una prioridad esencial la batalla de la opinión pública, a que se tome en serio estas amenazas, a que lideren la lucha a favor de los derechos de propiedad intelectual, a que siga trabajando en la construcción de alianzas con los distintos agentes sanitarios, a que fomente, a que adopte una estrategia global en asuntos públicos, a que tenga en cuenta a los medios de comunicación, y a que esté orgulloso de los logros de una industria que cura y lucha contra la enfermedad, que es el verdadero enemigo.
