“El sacerdocio católico es compatible con una vida sexual activa”

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Perdonad pero es que soy cura, con esta frase se excusaba José Mantero, sacerdote andaluz que a principios de 2002 declaró en la tada de la revista Zero su homosexualidad y fue suspendido en sus funciones, su tono de homilía al presentar el libro El cuarto oscuro de la Iglesia (Editorial Acadap), sobre el sexo en el clero, homosexualidad, celibato, pedofilia. Afirmó que no va en contra la Iglesia, bueno quizá en el sentido del profeta Jeremías, para destruir y edificar En el libro, cuyo autor ha preferido estar en anonato miedo a las represalias, no se encuentran nombres y apellidos, como que se ha visto a tal cardenal con un chapero, cosa que es real, afirmaba Mantero.

 

En el libro se destapan ese cuarto oscuro esa opacidad de la iglesia jerárquica y   “Las camas  de las casas rectorales, las celdas de convento, las alcobas episcopales, incluso las chozas misionales, huelen a semen derramado, a esperma clandestino, a sexo oculto y paternidad y maternidad ectópica”

 

El celibato según Mantero es una ley contranatural, sexualidad pedida, mutilada de una Iglesia aún contranatural que se niega a aceptar que el mundo cambia, que progresa, y que Dios se revela progresivamente ante una Iglesia sin apenas otro interés que el económico.

Especialmente duras fueron sus palabras contra el Presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, al que calificó de “Rouco Buttiglione, ese señor siniestro cuyas palabras no transmiten vida, son sicofonías, vienen de muertos, han perdido el norte”.

 

El sacerdote manifestó que “es una grandeza este anteproyecto de ley que permitirá la apertura al  matronio apersonas del mismo sexo”

 

PRNotcias captó una estampa en exclusiva, el padre José Mantero fotografiado junto al coronel José María Sánchez Silva, prer militar que reconoció ser homosexual, y que asistió a apoyar a su amigo.

 

El coronel en el momento de las preguntas alzó voz y contó una anécdota… “ayer estaba con Mantero en un bar de Chueca y se acercó a nosotros un joven a dar la enhorabuena su valentía, al preguntarle qué hacía dijo que era sacerdote y gay, pero al intentar saber su nombre escapó, la doble moral de la Iglesia”.

 

 

Gema Piñeiro  

 

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