Para una aplastante mayoría de la audiencia televisiva (74%), la programación ofrecida las cadenas de ámbito nacional está en claro declive. Los espectadores parecen hartos de programas vacíos y tópicos, al fin y al cabo, para los que el espantapájaros perdón, el espectador sólo debe asentir con la cabeza frente al televisor.
Para una aplastante mayoría de la audiencia televisiva (74%), la programación ofrecida las cadenas de ámbito nacional está en claro declive. Los espectadores parecen hartos de la extrapolación de formatos entre cadenas: programas vacíos, tópicos, al fin y al cabo, para los que el espantapájaros – perdón, el espectador sólo debe asentir con la cabeza frente al televisor.
Y es que la aparición de programas derivados de aquél prigenio que tuvo éxito es una lacra de la sociedad televisiva de nuestra época: al prer Gran Hermano le sucedieron otros como Operación Triunfo, La Granja, Escuela de Actores, La Casa de tu Vida, la Selva de los famosos… y un sinfín más cuyo único mérito es encontrar personajes extravagantes dispuestos a someterse a los designios de las productoras.
El Indice de Imagen GECA 2004 nos muestra esta nueva sociedad, hastiada de la superabundancia de publicidad (85% de los encuestados), en la que la programación infantil ha perdido progresivamente peso a favor de las telenovelas sententales (véase la Prera de Tve).
Pero lo peor es que las denuncias presentadas los teleespectadores tienen visos de caer en saco roto: a pesar de la tan cacareada regulación de los contenidos en horario infantil, las telenovelas se multiplican, a la par que perduran los resúmenes de los realitys tan denostados el Gobierno.
En cuanto a la publicidad, los espectadores deberán resignarse a sufrir interminables cortes absurdos durante la emisión de las películas, que les desubican de la acción en favor de conocer la nueva marca de detergente o el precocinado de turno.
