Las fotografías publicadas hoy todos los diarios del mundo dejan cada vez más a las claras que después del actual Papa se vivirá uno de los Cónclaves más difíciles de la historia de la Iglesia de Pedro. La falta de compasión de los asesores y hombres cercanos a Carol Wojtyla están creando pena a los no creyentes y desolación y angustia a todos. Esto se puede parar.
Las fotografías publicadas hoy todos los diarios del mundo dejan cada vez más a las claras que después del actual Papa se vivirá uno de los Cónclaves más difíciles de la historia de la Iglesia de Pedro. La falta de compasión de los asesores y hombres cercanos a Carol Wojtyla están creando pena a los no creyentes y desolación y angustia a todos. Esto se puede parar.
Cuál es la diferencia entre convocar el Cónclave para elegir un nuevo Papa con un hombre moribundo y dejarle morir en paz, o hacerlo una vez que espire. La verdad es que ninguna. Los Ministros de la Iglesia, los grandes padres de la ortodoxia, los juzgadores de lo finito, no pueden dejar que un hombre que ha demostrado un gran amor y respeto el resto de los seres humanos y una altísa sensibilidad hacia los problemas de los más desfavorecidos, tenga que enfrentarse a la muerte desde la nula intidad. ¿Él sería capaz de demostrar tan poca sensibilidad?, seguro que no.
Juan Pablo II ha sido, sin duda, el Papa que mejor ha comunicado. Ha sido un hombre que ha luchado incansablemente para acercar el mensaje de su Iglesia a todos los rincones del mundo. Hoy, podemos asegurar que lo único que producen las ágenes de este entrañable anciano son: pena y rabia contenida, y algo que es peor una violación permanente a su intidad. La Iglesia debe dejar de asomar todos los días al balcón a este pobre hombre para que le veamos agonizar. Hasta los Papas tienen derecho a tener una muerte ínta y digna.
