Cuando parecía que tras décadas de amor, el sueño del Príncipe Carlos de casarse con su adorada Camila se iba a hacer realidad, las cosas se han vuelto a torcer. La muerte del Papa ha obligado a los enamorados a aplazar la boda un día, con todo el lío que eso conlleva. Pero ¿qué pasará ahora que se ha muerto el Príncipe Rainiero?
Cuando parecía que tras décadas de amor, el sueño del Príncipe Carlos de Inglaterra de casarse con su adorada Camila se iba a hacer realidad, las cosas se han vuelto a torcer. La muerte del Papa ha obligado a los enamorados a aplazar la boda un día, con todo el lío que eso conlleva. Pero ¿qué pasará ahora que se ha muerto el Príncipe Rainiero?
Ahora me caso, ahora no me caso, ahora me caso, ahora no me caso… Así debe estar Camila deshojando la margarita… ¡Eso si que es tener mala suerte! Cuando ya todo estaba saliendo a pedir de boda, digo de boca, cuando ni la mismísa Reina podía hacer ya nada para pedirlo, la casualidad ha hecho que los Funerales del Juan Pablo II coincidieran en día con el la boda de Carlos y Camila. ¿Y quién va a querer casarse cuando todo el mundo (nunca mejor dicho) está de luto? Así que ¡La boda se ha aplazado! Sólo ha sido un día, pero ahora que el Príncipe Rainiero también nos ha dejado ¿tendrán que posponerla aún más? Habrá que verlo…
Que si Carlos y Camila son pros, que si la Reina no asistirá a la ceremonia civil, que si tampoco lo harán muchas familias reales, alegando excusas a cada cual menos creíble, que si la boda es ilegal, que si no es tan mona como Diana y el pueblo no la quiere, que si… En fin, un largo etcétera de razones las cuales los dos eternos amantes no se pueden casar.
Pero contra todo y todos parece que lo harán el sábado a las 12.30 (hora local), 13.30 (hora española). Una boda que ya muchos clasifican de “maldita” y que no tendrá el glamour ni la expectación de la celebrada con Diana Spencer el 29 de julio de 1981. Lo que si tendrá y la otra no tuvo ni asomo, es amor y con eso debería ser suficiente.
Pero volvamos a los problemas que han surgido para reorganizar la boda real. Los cuerpos de seguridad han tenido que modificar rápidamente todo su dispositivo de seguridad, lo que ha hecho que la factura subiera nada más y nada menos que un millón y medio de euros.
Con el cambio de fecha, a aquellos que habían anunciado asistir, parece que les han surgido planes mejores, y aquellos que no iban a ir otros compromisos, seguirán sin ir. En esta últa categoría se encuadra nuestro Príncipe Felipe.
¿Y los comerciantes? Aquellos que llevan desde que se anunció la boda preparando souvenirs con el nombre de los enamorados y la fecha del enlace: 8/04/05 ¿Se resignarán a perder dinero o intentarán cambiar el 8 un 9? ¿Y los tres o cuatro (no creemos que sean más) que ya habían comprado los souvenirs?
¡Vaya lío! Cuando se vean casados, no se lo creerán ni ellos mismos…
