Historias de un humilde periodista

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No, si al final esto de la comunicación va a ser un elemento útil en nuestra vida cotidiana, y no sólo una ciencia que defendemos unos cuantos locos.

No, si al final esto de la comunicación va a ser un elemento útil en nuestra vida cotidiana, y no sólo una ciencia que defendemos unos cuantos locos. La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, a través de los continuos despropósitos en la adjudicación de plazas para la Escuela Oficial de Idiomas así lo certifican: más vale un buen plan de comunicación externo que centenares de personas cabreadas…

 

Basado en hechos reales

 

Esta es la historia de un humilde periodista, que comprendió que saber algún idioma le vendría bien para el futuro desarrollo de su profesión. Por ello, un buen día decidió que la mejor manera de aprender un idioma sería acudir a la Escuela Oficial de Idiomas, Institución reconocida a nivel estatal como la máxa autoridad competente en este ámbito. Siguiendo las escuetas instrucciones que encontró en su centro más cercano, procedió a realizar una preinscripción para tener derecho a matricularse en régen libre con vistas a la convocatoria de Junio de 2005. Transcurrido el plazo otuno, se dirigió al citado centro para saber si le habían aceptado o no, y ahí comienza la odisea que a continuación se relata…

 

El humilde periodista se topó con la todopoderosa administración, que le comentó que al comenzar su apellido la letra S no le habían concedido plaza, ya que éstas habían sido adjudicadas hasta la letra P (¿?). Por ello, su petición pasaba a la lista de espera.

 

La respuesta fue clara: ‘si no estás conforme, llama al Área Territorial Sur (a la cual estaba adscrita el centro) y que te comenten que puedes hacer’, le dijeron, y el humilde periodista agradeció la sugerencia de la funcionaria de mediana edad que le atendió.

 

Tras llamar en repetidas ocasiones durante los dos meses siguientes, el periodista sólo obtuvo un nombre y un número de teléfono (que cierto estaba mal) de alguien que le podía solucionar su problema. Atónito, descubrió que aquellos que le habían negado el derecho a la información eran los mismos que otro lado le habían asegurado que si su situación cambiada, se lo notificarían, cosa que no ocurrió y que tuvo como consecuencia inmediata que no pudiera matricularse, perdiendo así su derecho adquirido con anterioridad.

 

Moraleja: un ente público como es la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, que cuenta con un tante contingente humano, debería ser capaz de articular un plan de comunicación eficaz que evite que los ciudadanos –que cierto, son los que pagan sus sueldos– se vean inmersos en un cúmulo de despropósitos fácilmente evitables si dedicaran una parte de sus escuetas jornadas a instruir a sus empleados con el fin de que cuando alguien les pregunte sepan de lo que están hablando. Con esta medida lograrán una agen corativa reputada a los ojos de los ciudadanos, en vez de una centrada en la prepotencia y el desprecio, como es la que actualmente tienen.

 

 

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