Ya es septiembre, y con él las vacaciones han terminado para casi todos. Para algunos, su descanso estival ha servido para desquitarse del estrés acumulado durante el año, mientras que para otros no ha servido más que para triturar aún más sus nervios. Si eres de los segundos, te invitamos a participar en esta nueva sección contándonos tus desventuras vacacionales.
Isla Margarita, un infierno en Venezuela:
Hesperia no estuvo a la altura de lo que nos habían vendido…
Todo comenzó hace cuatro meses, durante el mes de Mayo. Como muchas familias, decidos reservar nuestras vacaciones con antelación para decidir con calma nuestro destino y el lugar que nos albergaría durante nuestra estancia. Tras algunos días de discusión, nos decidos Isla Margarita, la bandera del turismo venezolano, y de la cual nos habían hablado maravillas.
Elegido el lugar, nos faltaba lo más tante: el alojamiento. Ante la variada oferta hotelera existente en la Isla, optamos aquello que en principio nos daba más confianza, y que más tarde terminaría enervarnos completo, la cadena Hesperia.
Esta cadena hotelera española posee dos resorts en la marbella venezolana (perdonen la comparación): el Hesperia Isla Margarita (de cinco estrellas) y el Hesperia Playa del Agua (de cuatro), ambos comprados al grupo ONCE.
Tras debatir sobre los pros y los contras de cada uno, optamos el hotel de cuatro estrellas, debido a que la persona que nos atendió en la agencia Sol África de Madrid, nos comentó que las diferencias entre ambos eran mínas y que el de menor categoría tenía mejor playa y localización.
Ilusionados, optamos hacer caso a tan amable señorita (craso error, cierto), y cerramos nuestras vacaciones para la segunda quincena del mes de agosto.
Llegada la fecha, y tras un viaje en avión de nueve horas y otro en autobús de casi una, llegamos al hotel elegido, momento en el que notamos que algo no marcha bien: las dos habitaciones que habíamos reservado con cuatro meses de anticipación resultaron estar en un piso bajo donde las hormigas y demás insectos ejercían una dictadura feroz y en el que reposaban los vigorosos extractores de aire acondicionado de todo el edificio, de cuatro plantas en total (agínense).
Tras maldormir apenas unas horas el insotable estruendo y la amenaza permanente de nuestros nuevos vecinos, retamos a la recepción del hotel las adversidades con las que nos encontramos, que nada tenían que ver a lo que se presentaba en el catálogo como un hotel de cuatro estrellas. En la recepción nos explican que harán todo lo posible cambiarnos de habitación, pero que el hotel estaba Full y que seguramente nos tocaría aguantarnos.
Tras ver que la situación no mejoraba, volvos a trasladar nuestras quejas a recepción, que accedió a cambiarnos a dos habitaciones que resultaron ser incluso peores que las anteriores, en las que la encera de mármol del baño pendía de un hilo (literalmente) y la cama adicional requerida al realizar la reserva era de muelles, plegable y dinuta.
Encolerizados, exigos que se respete lo acordado a la hora de realizar la reserva, y que esas instalaciones no correspondían a un hotel de cuatro estrellas de la categoría que se le presupone a los hoteles Hesperia.
Hastiados, llamamos al representante de nuestro touroperador en la Isla, y le exigos que nos cambiara de hotel, ya que lo ofertado no correspondía en absoluto con la realidad. Nos contestan que lo que nos pueden ofrecer son dos plazas en el hotel de cinco estrellas que posee la cadena, a lo cual accedemos siempre y cuando se nos garantice que contaremos con un servicio a la altura de lo pagado (que cierto, no era nada barato).
Al llegar a nuestro nuevo hogar nos encontramos con el mismo problema que nos hizo salir corriendo del Hesperia Playa del Agua: una cama que parecía más bien una mecedora y problemas de fontanería en el baño de la habitación. Llevábamos cuatro días de vacaciones, o mejor dicho, de peleas, y finalmente logramos nuestro objetivo: una cama y una habitación decente.
Pero la decadencia de los hoteles Histeria proseguía en su apartado de restauración: bebidas alcohólicas de lamentable calidad (garrafón) y comidas incluso peores provocaron problemas gástricos a más de una decena de personas, llegando incluso a tener que ser atendidos los servicios médicos ( cierto, empleados del hotel afirmaban que desde la venta de ONCE a Hesperia, las calidades habían sido reducidas drásticamente).
¿Acaso no existen unos estándares de calidad dentro de la cadena Hesperia? ¿Cómo puede un grupo que pretende competir en el panorama internacional con Tótems como Catalonia, Riu o Barceló puede permitir que sus clientes se alojen en tan lamentables condiciones? ¿Es así como debe promocionarse un destino relativamente joven como Isla Margarita?
PSM
(Madrid)
