Blas invita a periodistas y políticos a comer para que le vean

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La historia del oscuro empresario Blas Herrero es conocida todos aquellos que han tenido la desgracia de cruzarse en su camino. Es muy fácil encontrarle en el Hotel Villamagna, chillando para que la gente crea que habla con (El Rey, Zapatero, Montilla…) Puedo prometer y prometo que yo le he visto hablando consigo mismo y decir que lo hacía con su amigo Paco Álvarez Cascos, del que sin decoro dice que hay que ayudar, y del que cuenta intidades para salvar su reputación… ¿Por qué no habla de sí mismo?

La historia del oscuro empresario Blas Herrero es conocida todos aquellos que han tenido la desgracia de cruzarse en su camino. Es muy fácil encontrarle en el Hotel Villamagna, chillando para que la gente crea que habla con (El Rey, Zapatero, Montilla…) Puedo prometer y prometo que yo le he visto hablando consigo mismo y decir que lo hacía con su amigo Paco Álvarez Cascos, del que sin decoro dice que hay que ayudar, y del que cuenta intidades para salvar su reputación… ¿Por qué no habla de sí mismo? Pero, ahora, a los que invita a comer se harta de contarles que él siempre ha sido del PSOE, que siempre ha ayudado al Partido y que le ayuden que va a recurrir la concesión de la nueva Digital… Inocente Blasillo

 

Hace unos días me comentaba un buen amigo que Blas Herrero le había invitado a comer en un restaurante en el que estaban todos. Entró ‘ladrando’ como hace habitualmente y le dijo a mi amigo que de todos los que estaban allí sentados, él, tenía informes. “A todos les conozco y todos me temen que saben que si yo hablo”… Mi amigo se sorprendió de la poca clase del individuo y dejó que pasase su momento de gloria. Sus aullidos se seguían escuchando, es el que más alto pide para que los camareros vean dónde está. Y continuó pegando voces y rascándose su cuello, al que molesta la corbata, y su nariz a la que molesta su rinitis crónica.

 

Durante el almuerzo, Blas Herrero, el niño asturiano que quiere convencer a los de su pueblo de que sus antepasados eran de alta alcurnia, continuó hablando con mi amigo y le dio todo tipo de detalles sobre su relación con el PSOE. A Pepiño lo he llevado yo donde está, a Zapatero le conozco de siempre y ayudé en León, a Guerra… sabe que me debe que el Caso Filesa perdiese pistas y gas el camino, a Montilla le ayudé para que reconstruyese el PSC y además le fui a ver en el jet privado de Alberto Cortina, maletín en ristre (juro que yo lo ví), para que pudiese pagar unas letras perjudicadas (éstas, no son las de la Guerra de La Caixa). Les compré unas emisoras (Radio Blanca) que no sabían dónde esconder y saben que cuentan conmigo para lo que quieran, la verdad es que fui uno entre tantos testaferros, unos me vendieron unas emisoras y otros las otras… pero, eso sí, todos de rodillas, la verdad es que lo que quiero realmente es hacer televisión, que es lo que realmente me gusta. Eso sin contar el últo pasaje en el avión de vuelta de los Premios Príncipe de Asturias, que da para otro capítulo.

 

Ahora, el gran empresario, después de haber comprado un lujoso edificio en la Ciudad de la Imagen está muy cabreado que de nada le han servido las comidas (de todo tipo) que ha tenido que hacer. Y digo que está muy cabreado que contaba con la adjudicación de la últa licencia. ¡Inocente! Blas Herrero continúa siendo mirado de reojo todo el mundo empresarial. El ‘atraco’ (recordar que estaba pactado en 80 millones de euros y terminó en 180) del Laudo le ha colocado en un mal lugar y nadie quiere hacer negocios con él. En el propio PSOE, del que es militante cuando conviene, se levantan de nuevo voces para que las emisoras que fueron de la Radio Blanca de Guerra, vuelvan a su poder. Se aginan si se hace justicia con Blas Herrero y le quitan su ‘caja de música’ (nombre acuñado Luis del Olmo para definir KISS radio).

 

La puesta en marcha de KISS TV será esperada todos. Don Blas, como obliga a que le llamen empleados y amanuenses, tendrán que sotar la ira de este pequeño gran hombre, tan acostumbrado a poner detectives a diestro y siniestro para que nadie pueda decir nada de él. En Asturias, en Oviedo, hablan y no paran. Lo que no sabe el bueno de Blas, es que los perjudicados sus malas artes empresariales también tienen papeles de él, y muchos.

 

Pedro Aparicio.

direccion@prnoticias.com

 

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