La tradicional cabalgata de reyes tiene dos nuevas incoraciones a las carrozas. En su afán de integrar a los inmigrantes, nuestra presidenta, Esperanza Aguirre, se ha prestado a pintarse la cara de negro, ponerse turbante y montar en camello para que los niños madrileños tengan un Baltasar en condiciones.
PRMadrid ha sabido que, cuando Aguirre comunicó su decisión al Ayuntamiento de Madrid, organizador del evento, el alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, pensando que se trataba de una broma, aseguró que “si Aguirre es Baltasar yo soy su paje”. Ay, Gallardón, tienes que aprender que en boca cerrada no entran moscas y a esta alturas deberías saber que la presidenta de la Comunidad en temas serios como es el de la inmigración en Madrid no bromea.
Todo apunta a que Gallardón, la noche de 5 de enero, verá la cabalgata desde un sitio privilegiado. Se ceñirá el fajín y se pondrá sus babuchas para lanzar caramelos a los miles de niños y sacrificados padres que se agolparán a ambos lados de la calle. Esperemos que al día siguiente no tengamos que publicar la noticia de que un dulce lanzado nuestro alcalde ha dejado lisiado a un menor.
Por cierto, sus majestades los Reyes invitarán a la presidenta al roscón que lleva su nombre y que cada año organizan para aquellos que tiene sangre real corriendo sus venas, un cerrado círculo social al que Aguirre se acaba de incorar como el Rey Baltasar.