MADRID (26/01/06) Las trompetas, violines y guitarras de los mariachis comenzaron a sonar. Uno de ellos comenzó a zapatear con energía rodeado un el torbellino de colores del vestido de su sonriente pareja.
Después del espectáculo, para los más osados había tequilas servidos en sus diferentes estilos en una barra que permaneció llena todo el día. No faltó el que tras beber unos cuantos tequilas entonó una ranchera… es la buena vida mexicana.