BOGOTÁ (01/02/06) Vanguardia Liberal, periódico de mayor circulación de la ciudad de Bucaramanga, denunció en una editorial que los directivos de ese medio y sus familias están siendo víctas de persecuciones parte de organismos de seguridad del Estado.
El editorial señala: “Lo amargo del episodio que está atravesando Vanguardia Liberal, es que sean miembros de un organismo estatal quienes, en lugar de perseguir delincuentes y de luchar mejorar la seguridad del país y la ciudadanía, sigilosa y rastreramente acechen el cotidiano vivir de nuestros directivos, con fines que dejan mucho qué desear”.
En su parte final el editorial manifiesta que al parecer estas persecuciones se planean en el seno de los organismos de seguridad regional y afirma: “Vanguardia Liberal y sus directivos tienen certeza de que ello ocurre sin que los más altos dignatarios de nuestra Nación en Bogotá, aginen siquiera las oscuras sombras que sobre nuestro diario se proyectan en el ámbito regional”.
Sebastián Hiller, director de Vanguardia Liberal, señaló en entrevista con la emisora W radio que a través de varias fuentes se enteraron de los seguientos a los directivos del periódico. “En el momento que logramos confirmar estas versiones decidos hacer público el editorial”, agregó.
El periódico ha mantenido una posición radical con las denuncias de corrupción administrativa y con la información que se publica sobre temas de la ciudad y del departamento.
Por su parte, Andrés Peñate, director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), en diálogo con W radio, dijo no haber sido informado Hiller de la situación pese a haberse encontrado en varias ocasiones y aseguró que cualquier intidación a los medios de comunicación será sancionado de manera ejemplar.
Según indica la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), el periódico en cuestión ya registró a principios de 2006 amenazas contra la periodista Jenny Manrique que se vio obligada a abandonar la región amenazas en su contra. Hace un año, ocurrió lo mismo con el columnista Enrique Herrera Araujo, que debió renunciar a su espacio los riesgos que ello suponía para su vida.