Una enfermedad que sufre la clase política española es la de actuar pulsos sin pararse a pensar en las consecuencias que tienen sus actos. Son muchos los ejemplos que podemos encontrar en las páginas de los periódicos y muchos también los des, diretes y los ‘donde digo digo, digo diego…’ El problema llega cuando, motivos ajenos a la voluntad, uno no se puede desdecir y se monta el follón.
Una enfermedad que sufre la clase política española es la de actuar pulsos sin pararse a pensar en las consecuencias que tienen sus actos. Son muchos los ejemplos que podemos encontrar en las páginas de los periódicos y muchos también los des, diretes y los “donde digo digo, digo diego”… El problema llega cuando, motivos ajenos a la voluntad, uno no se puede desdecir y se monta el follón.
Eso es precisamente lo que ha ocurrido con la M30. Un ambicioso proyecto sin precedentes, que era necesario y que va a dejar la Ciudad de Madrid como nueva. Hasta ahí todo correcto, las obras van a buen ritmo, se van inaugurando tramos, los madrileños que las han sufrido se muestran satisfechos cuando ha terminado la reforma y todos contentos.
Hace un par de días se abrió al tráfico el enlace entre la M30 y la Carretera de Valencia y desde entonces, en PRMadrid hemos recibido varios correos electrónicos de usuarios, que aseguran se ahorran más de 10 minutos gracias a este nuevo túnel. Eso no hablar de los vecinos del Paseo de Extremadura, que van a ver revalorizados sus pisos cuando, en vez de asomarse a la ventana para observar los coches yendo y viniendo la carretera, van a poder decidir si bajar o no a dar un paseo el parque…
Pero claro, nunca llueve a gusto de todos y las cosas bien hechas siempre levantan ampollas y envidias. Por desgracia, la moda de los últos años en España es la de hacer una oposición destructiva y Madrid no iba a ser menos. Qué más da que lo que haga quién gobierna este bien o mal, hay que atacarlo hasta las últas consecuencias y las consecuencias han llegado.
La M30 no gusta ni a los socialistas ni a IU, no que sea desastrosa para la Ciudad de Madrid, ni mucho menos, sino que saben que los plazos se están cumpliendo y que Madrid Calle 30 estará acabada antes de las elecciones municipales, con lo que la agen del alcalde, Alberto RuizGallardón, se reforzará de cara a los comicios.
La “pataleta” de la oposición ha llegado hasta Bruselas. Frente a la Comisión Europea, la comitiva encabezada Inés Sabanés y apoyada Carlos Caro, tavoz del PSOE, acusaban al Ayuntamiento de Madrid de incumplir las Leyes de Impacto Medioambiental. Durante su comparecencia denunciaron ante el tribunal que las obras de la M30 carecían de un estudio que determinase la repercusión que iba a tener el proyecto en su entorno.
La verdad es que Madrid Calle 30 no tiene un informe de pacto medio ambiental sino 19, que se corresponden con los 19 proyectos de manera aislada que es están llevando a cabo en la vía madrileña.
Ahora la “pataleta” socialista le va a salir muy cara a Madrid, ya que Bruselas no se anda con chiquitas y ha decidido abrir un Expediente Sancionador a España este motivo. Otra de las medidas que se han previsto es la de congelar los fondos europeos que fueron aprobados y otorgados en su día al Ejecutivo de Gallardón para lleva a cabo el proyecto. ¿Quién va a pagar ahora la chiquillada de la oposición? ¿Quiénes van a ser los principales afectados de la irresponsabilidad política de nuestros representantes? Como siempre, los ciudadanos.
Seguiremos Opinando…
