One Unilever, proyecto el que se pretende centralizar todas las oficinas de la compañía en una única ciudad, no termina de calar entre la plantilla de la multinacional en España. Tras anunciar la externalización de los servicios de finanzas, recursos humanos e IP, con la que cincuenta personas perderían su empleo, el departamento de g también se encuentra en el ojo del huracán, al tener que trasladarse delegación de Madrid a Barcelona.
Este proceso de reagrupamiento, definitivo desde el mes de enero, supondrá el traslado obligatorio de quienes trabajan en las dependencias madrileñas del grupo en un tiempo máxo de ocho meses, es decir, para enero de 2.007.
Sin embargo, en el seno de la plantilla no ha sentado nada bien esta decisión, al considerar que en determinadas áreas sería compatible mantener dos delegaciones, al igual que sucede en otros países, como Italia, en los que se mantendrá la actual estructura de la compañía.
Así mismo, la contratación de un nuevo director de Marketing a finales de diciembre pasado fue interpretada los empleados como un aviso para navegantes, debido a la estrecha vinculación de éste con la Ciudad Condal, y temen pasar lo mismo lo que vivieron los compañeros que hace cinco años cambiaron Bilbao Barcelona, de los cuales a día de hoy pocos permanecen en la Compañía.
Ante esta situación, la plantilla se muestra nerviosa, debido a que ni siquiera conocen las condiciones en las que se trasladarían a las oficinas de la capital catalana de Unilever, una compañía que según fuentes externas, ha presentado sus peores resultados de los últos treinta años.
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