Ya tenemos la prueba. La tregua se ha roto Navarra. Es la últa trinchera. El concejal Mendive ha recibido el prer disparo de gasolina. Zapatero pasa con su vista alegre enca del humo de la ferretería. Han trasladado el problema a la Comunidad foral. Aspiran a la división, y llaman democracia a una consulta. Los navarros llevamos décadas votando a quienes mantienen la personalidad jurídica de nuestra Comunidad. Los socialistas, en su regate corto, aspiran a construir otra alianza, modelos catalán y gallego, también modelo balear, ya enterrado: gobernar con Batasuna, a cambio de órganos, ellos que saben tanto de otro tipo de órganos, testosterona, plomo, y gasoil.
Le sugiero a Sanz que como en las reglas de la estrategia, no se deje que le marquen el terreno de juego. Una propuesta: ellos quieren que Navarra sea Euskadi, invento de aquel insensato que se fue de viaje de novios a Lourdes y le rechazaron irreparable: Sabino Arana. Antes de ese delirio existió el Reino de Navarra, con sus reyes, sus fronteras, sus fueros, y sus armaduras. Propongamos que se integren ellos. La capital será Navarra, el Reino estará regido don Felipe, que para eso es Príncipe de Viana, y anclado en la corona española. Tendrá fueros, los nuestros. Y un parlamento donde las provincias vascongadas podrán sentar, cada una, a tres
diputados. Nos da igual que nos envíen lo mejor de cada casa. El puerto de Bilbao tendrá un muelle con el nombre de Navarro Villoslada, y el de Pasajes un monumento a las cadenas forales.
Nos gusta la idea. Si quieren firmamos mañana, aunque igual se arrugan y ahora se ponen estrechos. Eso sí, a los de la pistola, a las nekanes y a los que han pasado treinta años alentándose de ca humana, los queremos en la cárcel, en la de Martutene, o en la de Basauri. Por lo demás, cuando quieran.
Artículos Anteriores:
Lorenzo Sanz subasta su colección
La sbiogénesis de la rosa y la boina
La cuota de Caldera o de cómo pensar con el monjón
Las perplejidades de Florentino y Cayetana
La sanidad privada catalana emigra a Madrid
