La campaña electoral ha traído a escena una interesante polémica en torno al cuestionamiento del sistema democrático que pera en el país. Pero ¿qué es la democracia? Es un sistema político o forma de gobierno que se sustenta en la soberanía del pueblo, el mismo que goza de derechos políticos y sociales, y se expresa en elecciones libres y soberanas.
La democracia – e incluso su concepto – surgió en Grecia, 500 años antes de Cristo, en medio de un sistema político esclavista (sí, así como lo lee). Luego se extendió Grecia, Roma y otros países europeos. Con la Revolución francesa y las ideas liberales de igualdad. libertad y fraternidad, así como, el desarrollo de la industria y los grandes inventos, este concepto derivó en democracia liberal al surgir un nuevo modelo de sociedad: la capitalista. Con la revolución rusa en 1917 – y luego la revolución china y la instauración de un nuevo tipo de sociedad: la socialista, se planteó la democracia socialista, y en el comunismo (que no se ha llegado a plementar en ningún lugar del mundo), la democracia directa.
En nuestro país vivos una sociedad capitalista donde pera la democracia liberal, que se expresa fundamentalmente con una constitución y tres grandes poderes del Estado: el Legislativo, Ejecutivo y Judicial; así como, elecciones libres y soberanas, y libertad de prensa y expresión.
Pero, ¿la democracia ha sido una solución para los pobres y opridos? Esa es la gran cuestión que ha saltado al tapete en el actual proceso electoral, con un candidato presidencial que asume una posición “antisistema” como una alternativa para lograr el ansiado desarrollo y la justicia social en el Perú. En su momento, Sendero Luminoso y el Moviento Revolucionario Túpac Amaru también pretendieron cambiar el status quo, pero bajo las banderas del socialismo y el comunismo, y a través de la toma del poder medio de la lucha armada y el terrorismo.
El candidato “antisistema” no es partidario de la guerra popular y la violencia, el contrario, acepta muchas bondades del sistema, entre ellas las elecciones donde participa para llegar al poder, pero cuestiona gran parte de sus instituciones, así como la corrupción perante y la casta política (“políticos tradicionales”) que se ha sucedido en toda la vida republicana en el Perú, que generalmente nunca ha tenido interés de gobernar a favor de las grandes mayorías sino todo lo contrario perjudicando los intereses ciudadanos.
En 1990, cuando Fujori obtuvo la presidencia de la República, se dejó traslucir en la sociedad peruana una frustración el sistema democrático. y la falta de una cultura política, se inclinaba cada vez más hacia el autoritarismo o cualquier otro tipo de sistema político, donde hiciera valer sus derechos fundamentales y se pudiera vencer a la agobiante pobreza que registraba ya más del 50%.
Hoy, esta frustración se ha acrecentado que los niveles de pobreza continúan iguales o quizás mayores, y la lucha contra la corrupción cuyo pico histórico fue en la década de los 90 , ha sido estéril y aún se mantiene en niveles alarmantes. A esto se agrega un Estado ineficiente y burocratico; una economía dominada grandes grupos de poder nacionales y/o extranjeros; un Poder Judicial que no ofrece ninguna garantía al ciudadano común y corriente; el aumento de la delincuencia común y la inseguridad ciudadana; la falta de generación de trabajo y un salario digno; y, el descenso paulatino de la calidad de vida de la mayoría de los peruanos.
¿Sirve la democracia liberal en estas circunstancias de involución de la sociedad peruana? Ese es el quid del asunto que los intelectuales peruanos no quieren debatir. Sus razones tendrán.
Luis Luján Cárdenas
Periodista y Sociólogo