‘En Palomeras (Vallecas) mi padre fue poniendo ladrillo tras ladrillo hasta completar lo que sería mi casa durante catorce años: un comedor, tres dormitorios y la cocina. Eso si, no había retrete, ni baño, ni agua corriente hasta mucho después y teníamos que hacer nuestras necesidades en el descampado de al lado’ cuenta Francisco Hernando que a sus 60 años todavía recuerda como si fuera hoy aquella casa.
“En Palomeras (Vallecas) mi padre fue poniendo ladrillo tras ladrillo hasta completar lo que sería mi casa durante catorce años: un comedor, tres dormitorios y la cocina. Eso si, no había retrete, ni baño, ni agua corriente hasta mucho después y teníamos que hacer nuestras necesidades en el descampado de al lado” cuenta Francisco Hernando que a sus 60 años todavía recuerda como si fuera hoy aquella casa.
Después de leer esto no es de extrañar que el prer día que, ya una vez casado y con hijos, llegó a su nuevo piso de Santa Eugenia llorara como un niño al meterse en la ducha… “nada más terminar de instalarnos e instalar a nuestros hijos nos metos, los dos, en la ducha y lloramos como niños debajo del agua ¡que era la prera vez que teníamos en casa agua corriente y la prera vez que nos podíamos duchar como seres civilizados!” Hasta entonces la higiene diaria la hacían con barreños llenos de agua templada en el patio de la casa…
Lejos quedan ya esos años y los hijos de Hernando no aginan ni de lejos, los sacrificios los que tuvieron que pasar sus padres antes de llegar donde están. Hoy tienen todo lo que puedan desear, pero esa riqueza se valora más cuando no siempre la has tenido, cuando has llegado a vivir en condiciones extremas de pobreza…
Histórico:
(1) Un hombre que si no trabaja se muere
(2) Su prer amigo fue un ratón negro
(3) De casta le viene al galgo, de padre pocero, hijo pocero
(4) Hernando, de niño tenía que rebuscar en la basura
(5) A los nueve años se hizo empresario y hasta compró un burro