¡Qué mala es la gente! ¿Cómo pueden ser así de canallas? La últa teoría sobre el escándalo de Afinsa y Forum sostiene que el poder político levantó las alfombras de las filatélicas para ocultar otra apuesta más arriesgada, una inversión ruinosa, un negocio aciago, una subasta en la que Zapatero ha entrado sin asesores, pulsado su inmadurez, esa que le lleva a jugar, como en la infancia, con las cajas de los juguetes. Una noche el becario de la Moncloa (recuerden que este es su prer trabajo) echó mano del patronio moral de la nación, el que se guarda en la caja del búnker del palacio, y se fue a un casino de la carretera de la Coruña.
El crupier confiesa que ha entrado en la llamada paradoja de la subasta del billete de un dólar. El modelo lo explica William Pounstone en “El dilema del prisionero”. Si quieren ampliar detalles, lo tienen publicado en Alianza Editorial. Se subasta un dólar. Lo lógico es que el precio final, salvo que el billete lleve la firma de Sharon Stone, no pase del precio nominal del billete. Pero la subasta tiene una condición: el que quede segundo en la puja estará obligado a pagar el precio ofrecido. Cuando la puja se acerque al dólar, al segundo le resultará más rentable pagar algo más de un dólar, que quedar segundo y tener que poner, ejemplo 98 centavos. De esta forma, al practicar el modelo, el precio final del billete suele estar entre tres y cinco dólares. Es irracional, pero la carrera se retroalenta con un resultado paradójico.
El modelo explicado Pounstone encaja como un guante en el esquema que sigue Zapatero con la banda terrorista. Si Eta no obtiene lo que busca está dispuesta y lista para asesinar, extorsionar, chantajear. Zapatero no se puede quedar atrás, que cuanto más avanza más puede perder, pero a la vez se ve empujado la propia dinámica del proceso que él ha puesto en marcha, a escapar en una huida constante que si detiene la puja el castillo se hunde.
Sea cual sea el resultado, la conclusión es que terminaremos pagando un precio mucho más alto, en términos de vidas, o de libertad, o de cintura, que como sabemos desde éste miércoles, es la esencia de la democracia. Es más o menos lo mismo que decía Arzallus cuando en un rapto pedagógico dijo que los disidentes de su partido, y los españolistas, son como los michelines de grasa que cuelgan de la cintura, esa reserva amarilla que se debe elinar. Siempre que el becario tiene un destello mental termina en brazos de Falange (Ramiro Ledesma) o del nacionalismo depurativo (Arana).
Artículos Anteriores: