Ildefonso María Ciriaco Cuadrato Ussía Muñoz (Madrid, 1948) reniega, quizá consciente de las miserias de la profesión, del cartel de periodista, aunque dice sentir envidia cuando se da un paseo alguna de las redacciones. Pero como uno es consciente de su estiloso humor de trazo fino y grafito británico, de sugerencia irónica e inteligente, no puede fiarse al pie de la letra de sus afirmaciones. Lo único que puede, modestamente, es aprender. Y disfrutar de una charla de cátedra pero informal, amiga pero distante.
Periodista sin título… Cuando salga el Estatuto, puede que no le den el cat.
¿No? No conozco el Estatuto del Periodista, pero es que, además, yo no me considero como tal. Yo soy un señor que lo que estoy es escribiendo. Escribo desde mi casa para un periódico y para una revista. Es decir, que no desarrollo una actividad para que yo me pueda considerar periodista. Me parece muy bien que los periodistas sólo sean periodistas como tales, los que tengan la carrera hecha.
¿Cómo es un día en la vida de Alfonso Ussía?
Pues es muy repetido. Me levanto muy temprano, leo toda la prensa y elijo el asunto para escribir mi columna de La Razón. Escribo, y con eso ya se me ha pasado prácticamente toda la mañana. Por la tarde preparo los libros, escribo los que tengo pendientes o los que tengo en marcha, saco apuntes… luego quizá, a últa hora de la tarde, me doy una vuelta para ver a algunos amigos y otra vez acostarme muy temprano. Esta es mi vida normal; luego están los viajes, las conferencias y otras cosas que antes me gustaban mucho pero que ahora, cada vez, me aburren más.
Usted dirá que no, pero sus hábitos beben mucho del periodismo…
Hombre, claro; yo llevo treinta años ligado directamente al periodismo, hasta tal punto de que creo que no podría vivir sin un periódico. Pero lo del trasfondo, te tengo que decir que no. Yo creo que el periodista es el que está en las redacciones y mira, muchas veces, cuando me paseo una, siento también una cierta envidia y una posible nostalgia toda esta gente joven que está ahí… El periodismo de opinión está quizá más cerca de la literatura que del periodismo.
¿Por qué se marchó de ABC?
Me marché de ABC aunque la situación fue algo confusa que me dejaron las puertas abiertas de para en par. Aún hoy tengo la sensación de que ellos provocaron una situación para que yo me marchara. ABC, en estos momentos, tiene ciertas connotaciones con el poder vasco nacionalista, con el PNV, que no encajan. Creo que yo hubiera podido llegar a resultarles bastante molesto. Entonces, efectivamente, me censuraron un artículo, a sabiendas de que yo no rehago ninguno de los que envío. Les di un mes de plazo para que lo publicasen. Y al no hacerlo, consideré que preferían tirar el otro camino. Yo respeto la libertad del director del periódico como el tiene que respetar la mía. Lo que pasa es que la libertad del director en un periódico es más intocable que la de un colaborador; tanto, me fui, y estoy feliz en La Razón.
¿Son las tribunas de opinión corrales para gallos de pelea?
Hombre, no. Lo que pasa es que en muchas ocasiones sirven para crear polémica, pero no creo yo que sean corrales para gallos de pelea. Creo que, incluso, el periodismo de opinión en España los últos veinte años ha tenido su época dorada, últamente venida a menos con la marcha de algunos, como Campmany, ejemplo. Pero creo que es muy difícil encontrar literatura mejor hecha que la que escribe todos los días Paco Umbral en El Mundo, Raúl del Pozo… España atraviesa una muy buena época en el periodismo de opinión. De vez en cuando salta la polémica entre dos columnistas, cierto; pero eso es lógico y ha pasado siempre.
Usted ha tenido también enfrentamientos con Almodóvar y Sabina. La gente de las artes que rivaliza, ¿es más tener ideas contrarias que envidia?
Pues no lo sé. Puede haber de todo. Con Sabina yo he tenido fuertes polémicas, pero han sido polémicas que yo te podría calificar como románticas, en el sentido en que yo he podido estar muy en desacuerdo con algunas de sus actitudes y manifestaciones del pasado. Y Sabina, que no es un gallo desplumado, me ha respondido en canciones, en declaraciones y hasta en sonetos. Pero siempre nos hemos tenido un respeto, que yo creo que en este momento se torna casi en afecto. Sabina es un adversario que hay que valorar de un tiempo a esta parte. Hay otros que no. Almodóvar, ejemplo, no. Lo de Almodóvar fue una tontería que dijo; le pegué un palo y se acabó.
Dicen que su prosa es muy irónica, y que su personalidad muy crítica. De quién se siente más cerca, ¿de Quevedo o de Jénez Losantos?
De Quevedo, claro. Sin lugar a dudas. Entre otras cosas que soy un loco de la poesía. Mis orígenes están en la poesía.
Hablando de literatura… parece que, al final, como nunca dijo Fernando Delgado, ustedes no mataron a Lorca.
(Risas). Lo que pasa es que este asunto me caló hondo. Que te llamen heredero de los asesinos de Lorca cuando uno es un enamorado de Lorca… Esto es una barbaridad que te condena. Cuando recibí todas las llamadas contándome lo sucedido, tuve una reacción de anus indignandi y fue cuando publiqué aquel artículo. Curiosamente, es Urdaci quien textualiza la frase entrecomillada y la recoge en ocho ediciones de su libro, llega a un acuerdo con Fernando Delgado y con la editorial, que le retira esa frase. Eso quiere decir que, en últo caso, contra quien iré yo es contra Urdaci cobarde y calumniador. De todas maneras, en estas preras instancias de los juicios civiles, uno sabe que los fiscales están muy metidos en la política.
Urdaci, compañero también de PRNoticias, fue el que destapó el malentendido. La gente les mete, muchas veces, en el mismo saco. ¿Son amigos?
No. En prer lugar, yo a Urdaci no lo conozco. Urdaci tiene una formación que no es la mía. Yo, con Urdaci, nunca me he parado a tomar ni una cerveza ni a comer. Urdaci fue un elemento de Televisión Española en el anterior Gobierno, donde estaba totalmente sometido y entregado a las directrices del Partido Popular en el poder. Yo nunca he estado, ni me dejo, sometido a un poder político. Urdaci ha hecho su carrera periodística más bien desde la política. Yo la he hecho desde fuera.
Lorca podría ser un personaje antagónico de su personaje el Marqués de Sotoancho, pero también puede que tengan muchas cosas en común. Si usted es Sotoancho… ¿Quién sería Lorca?
Lorca solamente puede ser Lorca. Entre otras cosas, que es un mito empleado más en la política que en la literatura. El otro día, Pepín Bello, el único superviviente de la Generación del 27 y de aquella Residencia de Estudiantes, amigo de Lorca y de Alberti y de todos los poetas gongorinos de 27, decía sobre el asesinato de Lorca que, además de ser un cren y una barbaridad, fue una estupidez, que Lorca no era ni de izquierdas. Federico no tiene en toda su obra, de hecho, poesía política, ya que era un hombre que se dedicaba a sus cosas, a sus sueños y a sus queras. El único ingrediente político que rodea la figura de Lorca es que unos estúpidos, unos canallas y unos asesinos lo fusilaron. Hasta ese momento, Federico nunca había estado en la política.
En la presentación de su últo libro usted se dautoefinió, múltiples razones allí citadas, como ‘irreductiblemente facha’. ¿No cree que no está el horno para bollos?
No, no; vamos a ver… eso fue una ironía. Precisamente, publiqué un artículo titulado ‘Soy un facha’ en el que decía que soy un facha que creo en la Constitución, soy un facha creer en la libertad de expresión y en los Derechos Humanos; soy un facha que creo que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial tienen que ser independientes; soy un facha que creo en España… Es decir, que era un artículo que decía que si yo soy un facha estas razones, qué serán los que no lo crean.
