Las cosas iban muy bien para Francisco Hernando allá el año 1966, había conseguido su sueño, o mejor dicho, empezaba a conseguirlo, aunque creemos que aquel entonces ni él mismo sabía en lo que se iba a convertir. El caso es que había construido su prer edificio y las cosas marchaba viento en popa, que se dice. Pero “cuando se las prometía más felices… ¡me llegó la Mili… y se jodió el invento!
De todas formas, este pocero se puede decir que es un hombre con suerte en la vida, se dice que existen personas que nacen con estrella y otras que nacen estrelladas… y Francisco Hernando ha nacido con la Osa Polar. Y es que en el sorteo le toco hacer el servicio militar en Madrid, concretamente en Alcalá de Henares.
Sin embargo, aunque la Mili fue un parón en el comienzo de su brillante carrera profesional, si es verdad que fue la mejor época de su vida, ya que conoció a su “compañera inseparable” Aduena del Saz Bustos de la que en este libro habla con verdadera devoción y parece estar enamorado como el prer día.
Sin haberse licenciado, sin trabajo que todo se quedó paralizado cuando se fue a la Mili y sin un duro, se casó con Aduena y, según explica Hernando en su libro “No tenía un duro, no tenía casa ni para pagar un alquiler y, sin trabajo era feliz y era optista”. Y como para no serlo él sabía que iba a conseguir su sueño a toda costa y lo hizo, ahora es una de las preras fortunas de España.