El Diario Siete cierra sus puertas definitivamente

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SANTIAGO (12/06/06) Finalmente se confirman los rumores: el directorio de la empresa Prensa Asociada S.A. ha comunicado su decisión de dejar de editar el ‘Diario Siete’, que se publicó desde el 21 de enero de 2005 hasta el 17 de mayo, cuando sus trabajadores iniciaron una huelga reclamando mejores condiciones laborales.

El directorio de la empresa Prensa Asociada S.A. ha comunicado su decisión de dejar de editar el ‘Diario Siete’, que se publicó desde el 21 de enero de 2005 hasta el 17 de mayo pasado, cuando sus trabajadores iniciaron una huelga reclamando mejores condiciones laborales.

 

 

Hasta 2004, el semanario Siete+7 entregaba una visión alternativa de la actualidad chilena, distante de la pauta ‘oficial’ puesta los dos consorcios predominantes en la prensa local, El Mercurio y Copesa. Por eso, cuando dejó de existir como tal tras ser adquirido una nueva sociedad integrada este últo y se transformó en el Diario Siete, era dudoso que esa mirada sobreviviera. Pero lo sorpresivo fue que sólo dieciséis meses después le sobrevino una aguda crisis laboral: su personal rompió con el directorio y se declaró en huelga, y el periódico dejó de ser publicado.

 

Después de trece días y pese a que sus demandas no fueron satisfechas, los huelguistas decidieron volver al trabajo, aunque finalmente el directorio de la empresa Prensa Asociada S.A. ha comunicado su decisión de terminar con su edición.


Lo sucedido, lamentablemente, está lejos de ser un caso aislado. Se pensaba que el sector informativo chileno, que durante el régen militar había estado dividido en una esfera semioficialista, grande y poderosa, y otra considerablemente menor, pero firme y bulliciosa, saldría a la transición democrática con un abanico de nuevas ofertas y entraría a una competencia que, junto con reducir la brecha, favorecería el pluralismo y la diversidad.

 

Lo que ocurrió, en cambio, fue que las empresas periodísticas mayores salieron tan fortalecidas del gobierno de Pinochet que las publicaciones opositoras a éste, ya sin los recursos externos ni el apoyo de la Concertación –a la que habían, no obstante, ayudado a llegar al poder fueron cayendo una a una. Antes de cumplirse una década de nueva democracia ya no existían, entre otras, revistas que fueron baluartes de la lucha contra la dictadura, tales como ‘Análisis’, ‘Apsi’, ‘Cauce’ y ‘Hoy’, y los diarios ‘La Época’ y ‘Fortín Diario’. Otros medios alternativos o ajenos a los dominantes cerraron en los últos años, como la revista cultural ‘Rocinante’ 2005 y el diario ‘El Metropolitano’ 2002. La lista es larga y la causa prordial, parecida: la posibilidad de competir comercialmente contra dos gigantes.

 

ENTRE GOBIERNO Y OPOSICIÓN

El caso del Diario Siete tiene, además, características singulares. Su propietario es una sociedad conformada Copesa, representada su principal accionista, el empresario Alvaro Saieh, y diversos políticos de la Concertación encabezados Genaro Arriagada, presidente del directorio, destacado líder de la campaña electoral contra Pinochet y ex ministro secretario general de la Presidencia de Eduardo Frei RuizTagle 19941996. Es decir, una alianza entre inversionistas de derecha y políticos concertacionistas encargada de administrar un medio de comunicación con un objetivo evidente: compensar el sesgo derechista de las publicaciones de dicho consorcio mediante un enfoque supuestamente independiente.

 

No hubo tiempo, al parecer, para evaluar el resultado periodístico: praron las urgencias comerciales y sólo un año y cuatro meses después –el 17 de mayo pasado sus trabajadores declararon fracasado el proceso de negociación colectiva e iniciaron una huelga indefinida, mientras los propietarios aseguraban que cumplían todos sus deberes y que, a pesar de ello, se estaba poniendo en peligro la continuidad del periódico. No hubo, aparentemente, asomo de acercamiento.

 

O GRANDES O CHICOS

Mientras los dos grandes grupos del sector siguen creciendo comercial e industrialmente, el lado rengo de la prensa chilena cojea cada vez más. Sólo algunas publicaciones muestran mediana resistencia en este funesto desbalance, pero tampoco representan competencia alguna para aquéllos The Clinic y El Siglo, entre otras.

 

El lector chileno, en consecuencia, tiene poco donde elegir: o la oferta de uno de los dos colosos, que compiten comercialmente entre sí pero son afines en lo político, o la de pequeños contestatarios, de futuro incierto.

 

INTENCIONES FALLIDAS

Una crónica anunciaba en enero de 2005, con la solemnidad del caso, la aparición del nuevo periódico: ‘Diario Siete nace de la necesidad que tiene un amplio espectro de lectores, quienes buscan un periodismo moderno, con un punto de vista progresista y profundamente independiente. La función del periódico será atar una nueva mirada a los sucesos de la actualidad, con una línea editorial autónoma de cualquier gobierno, partido político, alianza de partidos o líder político, así como de conglomerados económicos, religiosos u otros grupos de interés’.


Declaraciones de intenciones como ésa suelen omitir, entre otros factores y pese a las numerosas experiencias recientes, la prematura presión de financistas que exigen a un producto cultural los mismos resultados que a uno fungible, así como la superficialidad reinante en el mercado periodístico nacional: dos de los tres diarios más leídos 1º y 3º no son de aquellos que se desvelan tratando de reflejar los problemas de fondo del país.

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