Ana de Luis, de conversación tranquila y didáctica, debate su vocación y reconoce que, en su caso, fue ‘el collar antes que el galgo’. Fotógrafo de profesión y profesora de esta disciplina vocación, de Luis ha trabajado en diferentes medios de comunicación como reputada fotoperiodista. Confía en el talento y en la capacidad innata para educar el ojo, y dice que la fotografía no debe completar la información, sino definirla sí misma de manera autónoma. Secretaria General de la ANIGPTV, donde se bate el cobre los intereses de su colectivo, admite también que la visión personal de cada artista es incorregible.
¿Una agen vale más que mil palabras?
Creo que una buena agen justifica las palabras. Cuando alguien publica una información, tanto si eres periodista, como fotógrafo o las dos cosas, has de ser capaz de sintetizar la noticia en una sola agen. Es la leyenda que rodea a esta afirmación, pero esto no siempre sucede. Las buenas fotos han de permanecer en la memoria y no en la retina.
¿Qué tiene que tener una buena foto para dar la vuelta al mundo y hacer historia?
Que de la vuelta al mundo significa que la foto alcance un alto grado de recuerdo de la propia agen. Ahora, con la presencia de Steve McCurry en PhotoEspaña, me viene a la mente la agen que captó de una mujer de color con ojos verdes. Esos ojos se han quedado ahí. Todas las ágenes que se recuerdan como noticias popularmente dan la vuelta al mundo que se convierten en iconos. Muchas de ellas son tan sólo retratos sin componentes informativos. No es que ya den la vuelta al mundo, sólo que lo tienen todo para quedarse en la mente mucho tiempo.
Dicen, los que entienden, que una foto para ser buena tiene que tener vida y personalidad. ¿Cuál es la suya? ¿Qué es lo que intenta captar?
Cuando tenemos una cámara delante, cada uno de nosotros, los fotógrafos, nos fraguamos un estilo. Cuando yo disparo es cuando veo la agen. Afortunadamente, no todos los fotógrafos vemos lo mismo y de la misma manera. No se puede educar aquello que se ve, y la forma en que llegamos a ser fotógrafos corresponde al defecto profesional de que nuestra forma de ver personal es incorregible.
¿Ofende más a las personas públicas una cámara que un micrófono?
Considero que el problema está en saber regular el derecho a la intidad y los límites. Todo periodista gráfico debe saber justificar el momento en el que efectúa el disparo, y no debe ser otro momento que el propicio para que esa agen aglutine toda la información de la noticia. Que haga las veces de micrófono de lo que se ve. De alguna manera, los micrófonos se emplean cada vez peor, ahora se trata de golpear la nariz con la alcachofa; ambos aparatos pueden ser igual de agresivos, pero el problema de la agen es que delata quién eres y cómo estás. Con una foto se pueden mostrar muchas cosas; con un micrófono, hace falta interpretar lo que uno dice.
¿Dónde están los límites de la ética para las personas públicas y privadas?
Hay sujetos en la información periodística que son necesariamente noticia; y otras que no lo son que no son iconos. Los iconos son cuestiones siempre trasladables a una agen que siempre genera noticia. Por eso, hay que saber diferenciar entre las personas que realmente merecen ser noticia su trabajo y las que han llegado a ser noticia su actividad. La interpretación de lo que se ve es lo que lleva a una persona a ser un buen fotoperiodista. La deontología ha de estar siempre enca de las empresas y el dinero, pero hay trabajos que consisten en montar guardias de tres días para buscar noticias que son, y deben serlo. Ni tiene la culpa el periodista, ni la empresa, ni la persona objeto de la noticia. La sociedad tiene derecho a estar informada y cuando una persona es noticia, se tiene que aguantar con lo que tiene, entre comillas. De alguna forma, su libertad, independencia y economía se pierde, aunque se gana en otras cosas. La gente debe ser noticia su trabajo. Una cosa muy distinta es que dentro de su trabajo esté el vender su intidad. No es verdad que todos los periodistas violemos los derechos de estas personas. Quién es noticia y quién no lo es no lo dicta el periodista, sino la sociedad.
Usted también es periodista y profesora. Imagino que prefiere viajar con su cámara, pero si tuviese que elegir… ¿La redacción o las aulas?
La historia es curiosa que se podría decir que, en mi caso, fue el collar antes que el galgo. Yo empecé enseñando que tengo vocación y, además, soy una buena docente, y no es que lo diga yo, sino que son mis alumnos quienes lo afirman, no sé qué (risas). Considero que esto es una habilidad que se nace con ella. Descubrí la fotografía muy joven y pronto desarrollé la capacidad de poder enseñar las técnicas. Nunca he querido dejar la docencia ya que mis alumnos me permiten seguir evolucionando y estar en el mundo. Llevo 22 años enseñando y eso es mucho tiempo, y es lo que me permite regresar a lo que demanda la actualidad. Las aulas me permiten ver lo que está pasando y el periodismo, recordar qué es lo que siento. Ver y fotografiar la información es un privilegio. Todos los días hay algo nuevo.
También tiene libros publicados. ¿Los libros de los fotógrafos son una mezcla entre un manual de instrucciones y un catálogo?
Vamos a decir la verdad. De alguna forma, los libros de fotografía sirven para descubrir la técnica. Necesitamos saber cómo lo han hecho otras personas, pero es como todo: de nada nos sirve ver el catálogo de un coche si no los conducos. Yo siempre les digo a mis alumnos que hasta que no reconozcan una foto suya entre otras cincuenta mil, y reconozcan así su propia mirada, no pueden alcanzar la técnica y los secretos de la fotografía. No puedes hacer las cosas sin saber lo que has hecho. Muchas veces, no es cuestión de la cámara ni de equipos carísos, sino de aplicar la teoría y la técnica con la educación del ojo. Hay personas que no lo ven, y no lo ven; si uno no sabe hacer esa síntesis de la noticia y la agen, no será nunca fotoperiodista. Eso no se aprende en ninguna escuela de fotoperiodismo: lo que no se ve, no se verá… la fotografía, y lo que se ve, tiene que salir del alma.
Dígame: un autor y una foto famosa.
Soy una enamorada de Newton su espectacular trabajo con la luz y una foto… Es cómo si le dices a un pintor a ver qué cuadro le gusta. Tengo muchas fotos en el alma guardadas. Por actualidad, vamos a poner la de la mujer con ojos verdes de McCurry a la que nos referíamos anteriormente.
¿Las cámaras las carga el diablo?
¿Por qué me preguntas eso? (risas).
Los fotógrafos lo dicen en las ruedas de prensa si alguien les ‘roba’ el plano…
Vuelvo al instante en el que una persona decide apretar el botón: la gente siempre exclama ‘¡A ver qué ha salido!’. Las ágenes se hacen, y no las carga el diablo. Uno es quien decide disparar; la forma en que uno ve y dispara una agen endiablada hace referencia a la forma en que alguien aprieta el botón cuando no debe.
