Pero además del pelotazo gracias a los Sindicalistas, esos años también se metió e la construcción de 680 pisos en Villaverde que le quitaban “de las manos como rosquillas”.
Pero ahora que Francisco Hernando había conseguido lo que quería, hacerse constructor y nadar en la opulencia, quiso dar un paso más allá, cambiar de ambiente. Algo que difícilmente se compra con dinero, aunque el pocero piense lo contrario.
Una vez terminada Orcasitas y los pisos de Villaverde decidió que había “llegado la hora de darles a estos niños otro ambiente y otros horizontes le dijo a Adueña y ahora podemos hacerlo. Así que mañana mismo te vienes conmigo y comenzamos a ver cosas”. Al día siguiente cogieron su “Mercedes 300D” y se fueron a ver lo que les gustaba. Después de recorrer los municipios de la carretera de la Coruña desembocaron en Las Lomas, donde todavía vive con su familia.
