Pues sí, apoyo y estoy de acuerdo con el alcalde Gallardón en su deseo de presentar otra vez a Madrid como candidata a la organización de la Olpiada del 2016… y no motivos detivos, sino que cuando una ciudad aspira a ser sede de unos Juegos Olímpicos es que está dispuesta a hacer el esfuerzo necesario para hacerse acreedora a la nominación. Y eso siempre será bueno para Madrid, ya que si decide presentarse tendrá que pensar en la mejora de muchas cosas: infraestructuras detivas, hoteleras, comunicaciones, servicios generales, embelleciento de lo existente y nuevos proyectos urbanísticos. Con lo cual como sucedió en Barcelona la ciudad puede dar un salto de gigante y modernizarse al máxo. Y Madrid se lo merece. Se gane o se pierda. Y no solo Madrid capital sino toda la Comunidad, pues alguna de las pruebas olímpicas se situará en pueblos madrileños que ahora carecen de muchas cosas. La organización de unos Juegos Olímpicos supone una revolución para el país organizador e incluso para las autoridades y la clase política, que ante un aconteciento de este tipo no hay más remedio que consensuar y actuar al unísono. Esté en el poder quien esté. El ejemplo lo tenemos ahora mismo en Alemania con los Campeonatos Mundiales de fútbol. Esta noche que juegan en semifinales Alemania e Italia cientos de miles de millones de personas estarán pendientes y viendo Alemania. Así que, en este caso, todos tenemos que estar con el Alcalde Gallardón.
Aunque parezca mentira el “boom” de los pelotazos urbanísticos en Madrid no es de hoy. Hace más o menos siglo y medio (tras la famosa desamortización de Mendizábal) los “tiburones” del dinero se dieron cuenta que el mejor negocio posible era la compra de terrenos rústicos y transformación en “urbanizables” y en ello se volcaron. El camino a seguir fue bien sencillo: comprar barato y conseguir que las Autoridades te recalificasen los terrenos para edificar. Así se hicieron ricos todos los pillos del Reino, sin distinción política.
Entre aquellos pillos destacó y se hizo el Rey don José de Salamanca (luego después marqués de Salamanca), pues “adivinó” que el bosque que ocupaba la zona que lita entre la Castellana, la calle Alcalá hasta Goya y los Altos de Serrano (justo desde estos altos presenció Napoleón la toma de Madrid) iba a ser, podía ser, un barrio lo más parecido a los Campos Elíseos de París (no en vano era socio de los Rochils franceses) y sin dudarlo compró todos los millones de metros cuadrados posibles… y se las ingenió para que le aprobasen su proyecto. Y tan claro vio el negocio que hasta renunció a la Presidencia del Gobierno (dejando en el poder, eso sí, a un testaferro) y se dedicó de lleno a la construcción del barrio que hoy lleva su nombre (barrio de Salamanca y Goya). ¡Así se hacen las fortunas en España! ¡Así se da un pelotazo urbanístico!
Históricos:
Le pusieron de nombre Isidro San Isidro de Sevilla
… De cuando la región de Madrid era un gran bosque de madroños
¡Tenía que ser madrileño y además de VALLECAS!
El Valle del Jarama sigue presente
Atocha fue siempre la puerta de Andalucía
