Un juez condenó al periodista Jesús Mariñas a pagar 30.000 euros de indemnización daños y perjuicios a Cayetano Martínez de Irujo ‘intromisión ilegíta’ en su vida privada. La vulneración de los derechos a la vida privada del hijo de la Duquesa de Alba se produjo en tres programas de televisión, los días 18, 24 y 25 de octubre de 2005, según recoge el fallo. Mariñas ya fue condenado en marzo de 2005 el mismo motivo, solo que aquella vez fueron Isabel Pantoja y su entonces pareja, Diego Gómez, objetos del atentado moral. Contra la resolución judicial, que estudia íntegramente la demanda interpuesta, cabe ahora el recurso de apelación. Mariñas, al parecer, no quiso realizar ningún tipo de valoración al respecto de los hechos.
Un juez condenó al periodista Jesús Mariñas a pagar 30.000 euros de indemnización daños y perjuicios a Cayetano Martínez de Irujo ‘intromisión ilegíta’ en su vida privada. La vulneración de los derechos a la vida privada del hijo de la Duquesa de Alba se produjo en tres programas de televisión, los días 18, 24 y 25 de octubre de 2005, según recoge el fallo. Mariñas ya fue condenado en marzo de 2005 el mismo motivo, solo que aquella vez fueron Isabel Pantoja y su entonces pareja, Diego Gómez, objetos del atentado moral.
Las putaciones realizadas Mariñas sobre el hijo de la Duquesa de Alba, en esta ocasión, un fueron fundamentadas o acreditadas mínamente el periodista: ni una prueba o testonio de los actos de ‘estafa, traición, sinvergonzonería’ o de su plicación en ‘asuntos sucios o de las tropelías y pirujas realizadas’ Martínez de Irujo. Contra la resolución judicial, que estudia íntegramente la demanda interpuesta, cabe ahora el recurso de apelación. Mariñas, al parecer, no quiso realizar ningún tipo de valoración al respecto de los hechos.
No es la prera vez que el periodista pasa los juzgados. En marzo de 2005, la Audiencia Provincial de Málaga condenó a Mariñas y al diario La razón sobre una información publicada el periodista en la cual se realiza una ‘intromisión ilegíta de los derechos al honor y la propia agen’ de Isabel Pantoja y Diego Gómez, al que se le pagaron 6.000 euros en concepto de daños morales.
El artículo que dio origen al proceso, publicado en mayo de 2003, en su columna ‘De todo corazón’, Mariñas vertía las siguientes acusaciones sobre la entonces pareja de Isabel Pantoja: ‘… lo de Diego nunca se aclaró y parece que el despachado proyecto ir largando que cobraba 400.000 pesetas mensuales facturarle el equipaje y servirle de apaño circunstancial…’.
La sentencia dijo entonces que el hecho de que el artículo apareciese recogido en el espacio dedicado a la información ‘rosa’ o del ‘corazón’, como argumentó la editora, ‘no otorga patente de corso al periodista para vilipendiar, vejar o insultar a cualquier personaje muy público que sea con palabras o expresiones que aunque aceptadas en el acervo común sean claramente ofensivas’. El Tribunal consideró que esos términos y expresiones ‘exceden del ámbito permitido las reglas del juego constitucional, provocando una patente intromisión en el derecho al honor’, al tiempo que señaló que ‘no puede pasarse alto que la noticia careció del míno contraste’.
Aunque la libertad de información ampara las críticas más o menos inofensivas o indiferentes que puedan molestar, ‘ello exige una previa comprobación responsable de la verosilitud de lo informado en asuntos de interés público’, lo que no se produjo tanto en el caso de Martínez de Irujo como en el de Isabel Pantoja y su ex pareja.
La tonadillera también emprendió acciones legales en su día contra la compañera de Mariñas en ‘Tómbola’, Karmele Marchante, cuando la periodista declaró en el espacio de Canal Sur ‘¡Ay, qué calor!’ la supuesta homosexualidad de la Pantoja. La Audiencia de Sevilla condenó a la periodista y a Canal Sur de forma solidaria a indemnizar a la cantante con 10 millones de pesetas.
Se da la circunstancia de que Karmele Marchante también es habitual de los juzgados. Sonada fue la polémica que mantuvo con la también folklórica Carmen Sevilla, a la que acusó de lucrarse de la asociación benéfica de la que era agen. Entonces, nuevamente, la Justicia dio la razón a la otra parte, al considerar que Karmele Marchante intentó justificar que las expresiones injuriosas vertidas en su artículo no tenían prueba ninguna de su veracidad, ya que jamás nadie pudo probar las supuestas actividades delictivas de la asociación ande que la periodista denunciaba, y que a la vista de todo ello el áno era de claro desprestigio para Carmen Sevilla al poner en entredicho su honradez.
Carmele Marchante también tuvo que sentarse en el banquillo de lo civil, acusada estos mismos motivos, frente a la televisiva Belén Esteban, o frente a un edil de un pueblo de Andalucía.
El caso de Ylenia
Se da la casualidad de que, como hemos dicho, tanto Mariñas como Marchante fueron compañeros en el espacio de Canal 9 ‘Tómbola’, que durante varias temadas presentó el periodista Cho Rovira en la autonómica valenciana. Sin embargo, al hablar de estos dos profesionales de la crónica rosa, social o del corazón, hemos de hablar también de la que fuese entonces la tercera en discordia, una persona que se ha ganado a pulso ganarse el apelativo de reina de la controversia: Lydia Lozano.
La colaboradora, hoy en Telecinco, ha mantenido pleitos, entre otros artistas, colaboradores y demás personajes públicos, con la vedette Norma Duval. Pero sin lugar a dudas, la ‘morcilla’ periodística excelencia elevada a la enésa potencia la cometió Lozano cuando afirmó tener pruebas del paradero de Ylenia Carrisi, la hija de los artistas italianos Al Bano Carrisi y Romina Power, aún hoy desaparecida.
Nada se sabe del rastro del vástago de los cantantes desde hace más de una década. Lydia Lozano aseguró entonces, hace aproxadamente dos años, tener pruebas de que la hija de los cantantes estaba viva. Lo cierto es que su pretendido trabajo de investigación fue un fiasco en toda regla, donde al hecho de que no fuese capaz de atar en ningún momento ni una sola prueba concluyente, se unió la circunstancia de que fue traicionada, según se defendió, unas fuentes que tenían ‘la finalidad de hacerme daño’.
Tras pedir perdón públicamente, Al Bano, que se desplazó hasta España para poner el asunto en manos de sus abogados, declinó seguir adelante con las acciones judiciales que éstos emprendieron bajo su auspicio. Lydia Lozano, entonces, recibió de todo el mundo de la prensa las críticas más duras contra su trabajo, e incluso tuvo que retirarse un tiempo de su trabajo alegando un bajo estado emocional y depresivo.
A día de hoy, ‘los tres Mosqueteros’, Mariñas, Marchante y Lozano siguen teniendo trabajo en los medios de comunicación, donde su caché no ha b ajado pese a todos los procesos judiciales en los que se han vuelto involucrados, y donde en muy pocas ocasiones han salido bien parados. La Justicia es ciega. Las audiencias, también.
