A la espera de que Rodríguez nos ilustre sobre el remedio definitivo contra la pertinaz sequía, como prometió en el últo debate sobre el estado de la nación (no olvidamos), el gobierno ha emitido nuevas ideas para resolver los graves problemas que nos aquejan. Algunos son propios y singulares, y hay sin embargo otros de alcance mundial, compartidos con el resto de la comunidad internacional.
No serán plantas para desalar el agua, que algunas de estas ya funcionan en la costa mediterránea y en Canarias. No serán pantanos, que esta obra pública se considera franquista, y esto más que desalador sería desolador después de la retirada de las estatuas del “invicto”. Tampoco puede consistir en trasvases, que ni el jacobino Borrell ni el perial Aznar pudieron con la terquedad bovina, y la tozuda manipulación de un profesor de esquí convertido en presidente de Aragón. Declaró que el Ebro era suyo y ahí lo tienen, tirando agua al mar. Sobre este remedio, deben permanecer, como decía la tele en los tiempos del monopolio, “atentos a sus pantallas”.
Me resulta muchos más interesante la propuesta de un par de ministras. Dice un buen amigo, escéptico y de vuelta de muchas cosas, que en este país “o te gobiernan los pijos o lo hacen las pedorras”. Según su tesis, estamos en el lado más ventoso de esa alternativa. El prer ejemplo nos lo dio este verano Calvo, cuando reclamó, en serio, que todo lo que dice esta mujer es muy serio, una unidad móvil de peluquería para las ministras, para que salgan siempre bien peinadas, con el tinte adecuado, y el rizo en su posición perfecta. Sería algo así como un Samur del pelo, patrocinado Vogue, y con servicio 24 que ya sabemos que Calvo sale, y según ella misma confiesa es la única ministra que “a las doce está en algún sitio”.
En el caso de Narbona esta unidad de peinados intensivos tendría servicio de martillo neumático y rulos de acero, con laca que no dañe la capa de ozono y un servicio de hidratación con agua reciclada. De su cabeza ha salido la idea de que los funcionarios de los ministerios compartan coche para ir a trabajar. La utopía está más cerca. Es posible que cuando consigan mentalizar a los de Las Rozas para que viajen en la Voyager de un padre de familia numerosa veamos a los ministros en la misma situación, en una furgoneta de esas que recogen braceros en las gasolineras murcianas.
Son ideas, y demuestran que el gobierno da ejemplo y trabaja en verano.
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