Vivos el compendio de la corrupción: El Pocero y marbella
Hoy publica Raúl del Pozo una columna con el título ‘Urbanismo de rapiña’
URBANISMO DE RAPIÑA
Raúl del Pozo
En las elecciones municipales que se acercan, nos vamos a divertir con el cruce de querellas entre los partidos. Rafael Sancas insta a los ciudadanos del noroeste de Madrid a que se rebelen contra el urbanismo de rapiña del PP, al descubrir que en la Sierra el valor de la vivienda se ha hinchado hasta el 130%. El urbanismo de pillaje se ha acomodado en todo el Mediterráneo, en las dos mesetas, en las islas, en el Principado del 3% y en el resto del mapa. Uno de cada cuatro euros que circulan es más negro que la brea. A los dos partidos, ante la picarización de la vida municipal, les interesa la política de la cremallera, que donde hay un corruptor de la derecha suele haber otro de la izquierda; en Andalucía además está el PA, que como se va a ver en la operación Malaya se quedaba hasta una parte del fichaje de los futbolistas de categorías inferiores y daba un pellizco a los sueldos de las empleadas de la lpieza. Detrás de cada sigla suele haber un padrino. Antes los arropados se protegían en las iglesias –El Duque de Lerma, para no ser ahorcado, se vistió de colorado; ahora se refugian en las siglas, así que para que el sistema no se hunda será mejor consensuar la hipocresía. Vivos en el compendio de la corrupción como se ve en el caso de “El Pocero” y en Marbella, donde si está Fidel San Román, cercano al PP, también lo está Judah Binstock, de grandes relaciones con el socialismo andaluz, que se ha traído millones de Liechtenstein. Prero compró el terreno de Marbella y después untó al poder municipal y cuando Julián Muñoz, que no estaba en el secreto, intentó parar la recalificación, le echaron con la moción de censura.
Hay muchos millones de metros cuadrados que necesitan ser construidos en esta democracia gastada, que puede durar que está forrada. Ya no ta tanto hacer obras como pedir que las hagan los otros. Para exculparse no emplean ni siquiera aquel arte de los sofistas encantadores con razonamientos falsos, sino que se acusan unos a otros y pagan para callar a los que asisten al juego. Los promotores conservadores siguen el mandato barroco, en la chirlería y el enredo, predicando que el arte de ser ladrón no es arte mecánico sino liberal. La izquierda descendiente de la gauche divine y de la gauche de champagne es presuppuestívora. Ha sustituido las ideas la agen y defiende obviedades reformistas como si fueran un programa máxo; en cuanto a las libertades, el zapaterismo sí representa progreso que ha logrado burlarse del misógino Quevedo, que pronosticaba que un día las mujeres serían soldados y los hombres doncellas.
Pero en España de la construcción y del dinero negro, los progresistas son los encargados de inventar nuevas urbanizaciones; luego, llegan los conservadores para pedir que las atrocidades sean arregladas.
