MALABARISMOS DEL LENGUAJE

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El 8 de febrero de 2003 los servicios de la policía federal de Los Angeles decretaron el estado de máxa alerta para sus agentes. Las patrullas de la California Highway buscaban un camión robado en Corona,  a unas 30 millas del centro de la ciudad. El trailer estaba cargado con toneladas de ácido bórico, y los periódicos de Los Ángeles contaron al día siguiente  que la alarma estaba justificada que aquella sustancia “se podía utilizar como ingrediente en la fabricación de explosivos”. Trasladado en el tiempo, si ese robo se hubiera producido en España, nuestro “diario independiente de la mañana” habría titulado que los ladrones del transte eran honrados ciudadanos dispuestos a exterminar las cucarachas de la capital, o jugadores de basket con un grave problema de olor en los pies.  

 

Hay quien juega con el lenguaje como un mono con una pistola. Leo esta mañana que ese mismo diario califica a los terroristas que este fin de semana se asomaron a una algarada  de  etarras pistola en mano, como “gudaris de género chico”. ¿Por qué me recuerda al desaparecido Arzallus cuando les llamaba “los chicos de la gasolina”? Es posible que estén representando una zarzuela, pero será con seguridad aquella en la que se canta  es estribillo de “ el humo se sabe dónde está  el fuego”. Que se lo digan a los trabajadores de Onda Cero en Pamplona, que han sido depositarios de madrugada de ese mensaje incendiario para toda la cadena. Espero que el editorial no se vuelva pronto contra la mano insensata que lo escribió.  

 

Metidos en faena, están dispuestos a quitarle a hierro a todo lo que pueda arruinarle el discurso al inefable ZP. Manejan el lenguaje como si fueran navajas de Albacete, de aquellas que gustaban tanto a Bono. La últa faca la han sacado en Madrid. Ahora dicen que la rebaja fiscal de Esperanza Aguirre es  “neocon”, o de “extrema derecha” que diría el becario de la Moncloa. Pero ¿no habíamos quedado en que bajar los puestos era de izquierdas? Pues aquí lo tienen: una liberal como Aguirre practica  una política izquierdista, facilita la creación de riqueza (que esa es la función de todo gobierno) y enca reclama medio millón de inmigrantes más. Van a intentar terminar con ella con un ‘viejocon’ llamado Sancas. El viejo conservador, armado con una “playstation” averiada, promete hacernos felices, pero para eso tendremos que pagar más si queremos entrar  en su videojuego.

 

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