Es sólo una versión de aquella famosa frase que fue como una colleja en la nuca de algún presidente despistado en los laberintos de la Casa Blanca. “Lean mis labios, no habrá más puestos”, dijo Bush padre, y como siempre, a los meses ya estaba dando vueltas a la máquina de subir las tasas. En las siguientes elecciones pagó en votos su falta de palabra., Y sin embargo, no era esa la prera preocupación de los americanos aunque él la convirtiera en un asunto que convenía vigilar. La principal inquietud era el empleo.
Hoy nos regalan una encuesta que redunda en la misma idea. El problema que más preocupa a las familias españolas no es el aumento de los tipos de interés. Saben, sabemos, que tocará apretar un poco más un cinturón holgado que el nivel de vida medio de los españoles es mucho mejor que el de hace unos años, sin duda. La prera inquietud, la prioritaria, es el empleo, mantenerlo, y a poder ser mejorarlo. En esa sple ecuación se basó el éxito económico de la prera legislatura de Aznar, y el trampolín que le alzó hasta la mayoría absoluta.
En una situación de desempleo es posible ajustar la economía familiar: se trata splemente de administrar la bancarrota. Mientras ese día no llegue, los discursos sobre los riesgos de la precariedad y los tonos catastrofistas, no van a calar. La economía española sigue creando empleo. Es verdad que casi la mitad de la población activa cobra sueldos de mil euros, pero como dijo el Nobel Stiglitz en una visita reciente a España, ese es un problema de educación y de formación. Los gobiernos de la nación han sacado nota en economía desde el ministerio de Solbes con el últo gobierno de Felipe hasta hoy, pero han suspendido siempre en la asignatura más tante: cómo hacer de nuestro sistema educativo un organismo moderno y eficiente.
Lo que no nos ha explicado nadie es qué ese fracaso no inclina la balanza de los votos.
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