Nuestro gobierno tiene una gran inclinación la chapuza, una desviación viciosa, persistencia, y casi hasta sibarita las cosas mal hechas. De otra forma no se puede explicar lo de ayer. Era un día sin lluvia en Madrid, lo que no tienen excusa. En la capital, cuando caen chuzos de punta como este jueves, todo se achaca a la lluvia. Todo funciona mal, y cada uno llega tarde a sus citas y el caos se va apoderando de la ciudad y las cosas no se calman y se ponen en su sitio hasta la noche. Es difícil hacerlo peor. Obiang vino a Madrid vestido con traje azul, corbata de rayas y unas gafas de sol que parecían robadas en el museo de las últas pertenencias de Francisco Franco. Este sátrapa y su familia se gastan el presupuesto nacional de Guinea y las comisiones con que le untan las petroleras en casas, joyas, grandes almacenes, y lo que les queda lo ponen a buen recaudo en Suiza. Un golfo con balcones a la calle. Un delincuente que no gasta en sanidad para su pueblo ni el uno ciento del PIB guineano. Si alguien se ocupa de la suerte de los guineanos son un grupo de misioneros españoles que se dejan la vida para formar a aquella gente y atender hospitales y dispensarios. Nuestro presidente, con la boca caliente la alianza de civilizaciones, ha pasado el miércoles dando abrazos a uno de los dictadores más sucios y corruptos de África. Gracias a Moratinos, hemos rendido honores a un sujeto abyecto. Y de paso, se ha montado un desorden monumental. El PP, al que se le debería caer la cara de vergüenza, es capaz de decir que han recibido a Obiang que se lo pedía el gobierno. ¿Desde cuando se hacen este tipo de recados? El tavoz se apresuró a decir que era mentira. Y luego salió el de exteriores para afirmar que sí, que el recado era suyo. ¡Vaya papelón! ¡Qué cuadrilla! ¡Qué gran día para la comunicación de nuestro país! Como diría Ferlosio, habrá más días, y demostrarán que son más necios.
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