Una de las preras lecciones de Periodismo dice que el periodista nunca debe convertirse en protagonista de la información, sino que debe ser mero testigo de la misma. Pues como esa lección me la perdí, seguramente estar en la cafetería, os relataré mi gloriosa, a la vez que poco transparente, victoria en el IV Campeonato de Bolos que organiza la Consultora Cícero Comunicación.
Todo empezó sobre las ocho de la tarde, en el Centro Comercial Dreams, donde Esteban Bravo, Fernando Gordon y su equipo, ejercieron de perfectos anfitriones esperando a los invitados y distribuyéndolos en equipos.
Equipos completos, empezaron las partidas. Tres pistas y un montón de periodistas y no periodistas tratando de tumbar (unos lo conseguían y otros no) los bolos en cuestión.
IV Campeonato de Bolos y I Campeonato Femenino (a votación popular ¡las chicas también queríamos trofeo!). Agradecer que lo tuviésemos y pedir, para 2007, tres trofeos, y no uno, basándonos en la Ley de la Equidad.
Carlos Sánchez (MSD), Eduardo Iges (Consejos de tu farmacéutico), Marcos López, Fernando García y Alberto Blanco (Jano) quedaron finalistas en la categoría masculina. Sólo tres de ellos tienen en sus despachos un trofeo conmemorativo.
Aquí había competencia. Hubo quién hizo más de 100 puntos. Carlos Sánchez logró la estatuilla más grande. Se alzó cómo orgulloso ganador, seguido de Eduardo Iges y Marcos López, en segunda y tercera posición, respectivamente.
Como en todo lo que tiene que ver con lo femenino, lo nuestro fue un poco más complicado. Demasiadas chicas para un solo trofeo y, al final, corrupción. La final la jugué contra Coral (Tele 5). Aunque poco, esta partida sí la gané pero ¿cómo llegué hasta ahí? Os lo contaría encantada pero… ni yo misma lo sé.
A ciencia cierta sé (que los números no fallan) que no fui la que más bolos tiró. Las ganadoras fueron desapareciendo en el transcurso de las horas y las más trasnochadoras tuvos la otunidad de alzarnos con el triunfo.
Sólo reprocharles a los de Cicero Comunicación que no hablaran con Esperanza Aguirre para que nos permitiera fumar que oye… era un evento laboral (apuntarlo para el año que viene). Cómo no había más remedio, salíamos a la fría noche a quemar nuestros pulmones y entablar conversaciones que el que no es vicioso, nunca sabrá…
Al final, una tarde noche de lo más divertida, bebida, cena y copas. Y, a pesar del compañerismo que nos caracteriza, duelos pendientes para la próxa edición.