Parece posible, pero si lo dice la tele, será cierto. Eso deben haber pensado varios miles de belgas cuando el miércoles vieron en sus pantallas la noticia que los conmocionó: Flandes era independiente. La información, que debió ser desmentida al cabo de media hora parte de la cadena pública francófona RTBF, responsable de su difusión, demuestra una vez más que mucho que se haya desarrollado la sociedad de la información y mucho que se critique la credibilidad de los medios, no estamos inmunes al ‘Efecto Orson Wells’
‘Flandes ha proclamado unilateralmente su independencia’, decía la noticia al borde de las ocho y media de la noche. La población contuvo la respiración, incrédula, intentando descifrar las consecuencias de tamaña decisión. El pacto fue aún mayor que la cadena RTBF decidió interrumpir su programación para dar a conocer el anuncio que dejaba a Bélgica partida en dos: Flandes y Valonia.
La puesta en escena rozó la perfección. Pero ante los efectos no sólo entre la audiencia, sino también entre los canales competidores, cuyas redacciones se desesperaban para contrastar la noticia, el canal que difundió la información debió dar un paso atrás y reconocer que se trataba de un ‘experento’, ante las críticas parte del Gobierno, que tachó la iniciativa de ‘acto irresponsable’.
Y es que, además de la histeria colectiva que podría haber desatado, las consecuencias políticas del ‘notición belga’ serían de peso y, de hecho, reprodujeron las posibles consecuencias como acontecientos reales: desde la abdicación y huida de Alberto II a África, hasta una conexión en supuesto directo con el palacio real, donde exaltados flamencos estarían agitando banderas y cortes del transte público entre las dos regiones. Después del vertiginoso ritmo de los falsos acontecientos, en las pantallas de la Bélgica que pende de un hilo aparece una banda en la parte inferior que reza: ES UNA BROMA.
Los efectos no sólo hirieron sensibilidades al interior del país, sino que desató la preocupación de varios dirigentes de la Unión Europea. De hecho, una encuesta del diario flamenco De Standard señalaba que el 86% de los televidentes creyeron en un principio toda la información y, una vez que se supo que era una broma, el 6% de los encuestados seguía pensando que el montaje era real.
El experento televisivo no deja de ser interesante los efectos y que nos permite constatar que la gente sigue creyendo mucho en lo que aparece en la pequeña pantalla. A bastantes años de la emisión en octubre de 1938 de ‘La Guerra de los Mundos’ de Orson Wells, en que se relataba radio una falsa invasión extraterrestre que generó el pánico en Nueva York y Nueva Jersey, los medios de comunicación, muchas veces vilipendiados, siguen siendo creíbles. Y mucho.
Una últa reflexión. ¿Qué pasaría si algún medio de comunicación en España hubiese realizado algún experento silar, apelando a la independencia de alguna comunidad autónoma como el País Vasco o Cataluña?
Seguiremos informando…
