EL ENIGMA

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La clase política no encuentra nada más a mano que la ambigüedad y la esperanza barata como elementos de la oferta para los electores. Atendamos a los últos y trágicos ejemplos. Decía Nietzsche que el hombre ‘es hombre la capacidad que tiene de prometer’. Donde dice capacidad se debe leer la voluntad y la posibilidad de cumplir sus promesas. No contento con su descalabro del 30 de diciembre, Zapatero ha vuelto a hablar de que estamos en la fase final del terrorismo. Ya no cifra ese final en plazos. Tampoco explica quien va a ganar la partida. Puede ser el final de eta que esté a punto de conseguir sus objetivos, en cuyo caso el final para nosotros es tragedia. Es posible que sea el final que de Juana habría encontrado el camino que le saca de la celda con el pulso de un ayuno en el que está dispuesto, según parece, a llegar a término su suicidio.

Se trata de un duelo. El gobierno pestañea. Lo hizo ayer Cháves y no era un tic. Cerró los ojos y habló con su blablabla habitual de razones humanitarias. La puerta está abierta. Muertos de la vergüenza, los magistrados de la Audiencia se quieren refugiar en la foto colectiva para esconder esta claudicación, esta infamia nacional, este derribo moral de la institución judicial que más ha hecho contra el terror. Dice Cháves que no hay que conceder una vícta a eta. Claro que sí, hay que darles las que quieran, y si son suyas, dejemos que sigan practicando el ‘patria o muerte’, tan querido Castro, Cháves y otros sátrapas.

El gobierno ha llevado la negación de la realidad hasta sus extremos. Anoche, una vecina de Alcorcón asomó su perfil anóno para confirmar todo lo que niegan el alcalde de la ciudad y la delegada del gobierno, y aproxación, el propio Sancas. Fue en Onda 6, en Locos Madrid. Allí quedó la verdad, expuesta, cruda, protegida la sombra y el anonato, que ante tanta negación de lo evidente, la gente tiene miedo de decir la verdad. Hasta eso hemos llegado. No denuncian miedo a que les llamen racistas, temor a que les dejen con el trasero al aire.

Pocas veces el discurso oficial, buenista y voluntarioso, ha estado más alejado de la realidad. Tome nota la oposición: no se puede responder con eufemismos a las palabras huecas del gobierno. Llega un día en que hay que llamar a las cosas su nombre, que de lo contrario, la realidad cristaliza en forma de navajas.

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