EL PP PASA DEL VERDE

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El fuel del sur mancha pero no traspasa. Vean los diarios, las teles, oigan las radios, y rastreen el surco apestoso de la contaminación de ese barco encallado en las costas de Cháves. Perfil bajo, y tono racional, tirando a aburrido. Cuatro monos blancos lpian las rocas. Es verdad que no hay percebes, pero tampoco trogloditas del Bloque que descarguen tartas de petróleo sobre las espaldas de algún responsable público. Los zarpazos del PP en este asunto son como caricias de un tigre envejecido sobre la piel de paquidermo de un rinoceronte. El rinoceronte es miope, muy miope, pero tiene una coraza que lo aguanta todo.

¿Y qué no pasa más cuando la izquierda gobierna? Tiene razón Juantxo López de Uralde, director de Greenpeace en España, que el otro día decía en La Gaceta de los Negocios que el PP no tiene política ambiental, y tanto en este asunto no existe oposición. No tiene ni se la espera. Hoy es pensable una política en Occidente que no contenga una reflexión y una propuesta sobre el cambio clático. Podemos añadir incluso que la energía nuclear ya no es una opción incompatible con la preservación del medio ambiente, sino aliada lo que supone de reducción de las emisiones que provocan el efecto invernadero.

El PP podría salir al patio nacional con la cara bien alta y el orgullo intelectual que el puede atar el hecho incontrovertible de que en las sociedades capitalistas que funcionan, en las que crecen, el medio ambiente se ha cuidado mucho mejor que en el socialismo intervensionista o en los populismos tan en boga en América del Sur.


Y es que ser ecologista no es ser de izquierdas, salvo que se abandone el campo como ha hecho en España la derecha. Sus parientes ideológicos de Europa no han cometido ese error. Quizá es un buen momento para cambiar, ahora que algunos de los más notables ecologistas de jersey y botas se han pasado con todo su prestigio a la energía nuclear.

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