Hace apenas una semana, Baltasar Garzón se ‘desnudaba’ ante Jesús Quintero. En esta comparecencia, el juez afirmaba que el poder judicial estaba libre de presiones internas y externas, si bien se mostraba firme al afirmar que quien las sufriera debería ditir. Pues bien: apenas siete días después de estas declaraciones, dos jueces han reconsiderado sendas decisiones tomadas colegas la suspensión del Carnaval de Tenerife y la rebaja de la condena a De Juana Chaos, casualmente tras una potente campaña mediática. ¿Presión o casualidad?
La independencia del poder judicial ha sido uno de los grandes temas de debate de la reciente historia de España, excusa para unos –a quienes sus decisiones perjudican, y ejemplo para otros –cuando rema a su favor. En este contexto, no es de extrañar que durante la últa semana dos acontecientos hayan marcado la actualidad judicial de nuestro país, dos decisiones de muy diversa índole, producidas en juzgados diferentes pero que tienen en común una modificación de decisiones anteriores tras una fuerte campaña mediática a su alrededor.
La suspensión cautelar de los actos musicales nocturnos del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife sacudieron todos los medios de Comunicación el 8 de febrero. Tras conocer la decisión, el alcalde de la localidad ofreció una rueda de prensa en la que criticaba la medida, tras la cual comenzó una fuerte campaña mediática que entremezclaba las posibles consecuencias económicas derivadas de la suspensión e ágenes de anteriores ediciones. Cuatro días después, el mismo juzgado de lo contenciosoadministrativo levantaba la medida al considerar que las reclamaciones vecinales ya fueron desestadas en 2006, y no se podían juzgar nuevamente.
Más polémica ha sido la decisión del Tribunal Supremo de reducir en 9 años la condena del terrorista confeso De Juana Chaos, una decisión que se produce siete días después de que el diario británico The Tes publicara una pactante entrevista al preso, un texto acompañado de unas polémicas ágenes que mostraban su cuerpo postrado en una cama del hospital 12 de octubre de Madrid. Visto lo visto, la entrevista logró su propósito, que no era otra que generar un fuerte debate social acerca de la conveniencia o no de mantener al preso en estas condiciones…
Estos dos casos son sólo algunos ejemplos de cómo la justicia puede tomar decisiones cuanto menos polémicas al amparo de un fuerte runrún mediático. ¿Tendrá razón Garzón, o es que el resto de la población es mal pensada?
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