A quién le importa el estado del Estado

Publicidad
Cargando…
Publicidad no disponible

Estos días se lleva la quema de fotos del Rey, como desde hace tiempo se lleva la quema de banderas, sean de comunidades autónomas, de estados o de equipos de fútbol. Los diarios se llenan de artículos de opinión que cargan las tintas contra semejantes actos de barbarie, a la vez que en el Congreso no son pocos los que, desde una u otra postura, discuten a jornada completa sobre ello. Un diputado se autoinculpa de piromanía. Claro, que varios jueces de la Audiencia Nacional se han puesto raudos a acaparar cámaras y tadas. Todo un despropósito. Lo de unos, los quemadores, macarras y escasos de luces y los otros otunistas y cortos de miras.

 

Ya sé que no es políticamente correcto defender la postura de los pirómanos, entre otras cosas que existen otros mecanismos menos sucios de reivindicación. Y no seré  yo quien lo haga –defenderles. Ahora bien, quemar la foto del Rey no es injuriarle. La pena es que los cretinos que lo hacen no tienen cerebro ni para comprender que el alcance de sus actos no merece la atención que se les ofrece. Lo que está en juego no es el buen nombre de Su Majestad, a menudo más comprometido en la prensa rosa que en los actos incendiarios. La quema de sus fotos es el ataque al símbolo, no a la persona. El rechazo a la monarquía. Y lo tanto, más próxo a la libertad de expresión que al delito. Lo que está en juego es el sistema de organización del Estado, algo que se ha promovido desde el propio gobierno de la nación, del que no en pocas veces forman parte los que promueven los actos antonárquicos. Y si no, ¿cómo aparece otra vez Ibarretxe con el sermón del referéndum ilegal, mientras que el resto tararean su discurso: Tararí, tarará, ya saben que es ilegal. La aginación al poder. (Recuerda que el Estado es el peor monstruo nacido del sueño de la razón). 

 

No es absurdo sostener que la quema de las fotos atente a la dignidad de la persona de Su Majestad, pero parece que se trate más del ataque al símbolo, que al Borbón. Y lo tanto, el tipo penal no es del artículo 490.3 ( injurias al Rey), sino el del 543 (ultraje a los símbolos de España). Al margen de la diferencia de pena, que en el prer caso puede llegar a dos años de cárcel, mientras que en el segundo no puede superar la multa, se me antoja otra perversa: Las injurias son competencia de los superjueces estrella y para juzgar los ultrajes a los símbolos están los jueces de cada día, que no llaman a declarar a la gente en medio de grandes movientos mediáticos.

 

 A ultrajar banderas, como decía, estamos acostumbrados en España, pues todavía se recuerda la ofensa que nuestro Presidente de Gobierno hizo a la de EEUU. Y no creo que se le ocurra a nadie cabal predicar de aquello que merece la cárcel,   aunque de todo hay el mundo. Y también decía que me parece más próxo a la libertad democrática de expresarse que al Código Penal. Verbigracia:

 

Juzgado Instrucción 5, Sant Feliu de Llobregat. Asunto Rubianes y la puta España:

 

Extraña a la mayoría de la doctrina la inclusión en el nuevo Código penal (LO10/1995) de este tipo que, ejemplo para Córdoba Roda, era, en su redacción de 1967, un blindaje contra cualquier mína muestra de disidencia política contra el régen franquista y, aparece, para García Rivas entre otros, como innecesario en un régen democrático consolidado. Pero, además de estas consideraciones que son más propias de la política crinal que de esta esolución, el precepto presenta tantes problemas técnicos que afloran en la interpretación de la conducta típica y se refieren, esencialmente, a la delitación del bien jurídico protegido y a la posible colisión con el derecho a la libertad de expresión y el derecho a la libertad ideológica y, con ellos, a la de disidencia política.

 

             EFE 28/6/06:

 

El texto de la enmienda, presentada el senador republicano Orrin Hatch, dice: ‘El Congreso tendrá el poder para prohibir la profanación física de la bandera de Estados Unidos’.

Los legisladores que respaldaron la medida entre ellos, todos menos tres republicanos lo hicieron en respuesta a un dictamen de 1989 del Tribunal Supremo, en el que amparaba la quema y otros actos de profanación de la bandera bajo el derecho a la libertad de expresión que defiende la Prera Enmienda de la Constitución.

La Cámara de Representantes ya aprobó la propuesta en junio del año pasado, al igual que había hecho en cinco ocasiones anteriores desde 1995.


En cambio, en el Senado nunca ha encontrado el apoyo de las dos terceras partes requeridas para su aprobación.


Tras la ajustada votación de hoy, se sucedieron las reacciones de grupos de derechos civiles, que se congratularon la derrota de la proposición.


Una de ellas, la Unión de Libertades Civiles de EEUU, ‘aplaudió’ la decisión de los senadores.

‘El Senado se ha acercado a prender fuego a nuestra Constitución, pero afortunadamente salió ilesa’, dijo en un comunicado Caroline Fredrickson, directora de la oficina en Washington de este grupo.


Por su parte, los Veteranos en Defensa de la Carta de Derechos también comunicaron su alegría la decisión del Senado de evitar lo que, a su juicio, habría sido ‘la prera vez en la historia que se ve reducido el alcance de la Prera Enmienda’.

 

Sánchez Dragó: El Sentido de la mano izquierda.

 

Desconfía de los políticos, sobre todo si son demócratas, o si no siéndolo, se mueven en el ámbito de la democracia, que en ambos casos sólo dirán y, si llega el momento, harán lo que a su juicio, equivocado o no, les rete votos. Los dictadores, los caudillos, los pontífices o ayatolás y los monarcas también pueden y suelen ser personas abominables y terriblemente dañinas para sus súbditos, pero no tienen qué fingir lo que no son ni decir lo que no piensan.

 

            Amén PSOE, ERC; PP….

Publicidad
Cargando…
Publicidad no disponible
Publicidad
Cargando…
Publicidad no disponible
Salir de la versión móvil