Como si fuera una finca en barbecho, el presidente y su escriba se fueron al Cervantes, Instituto destinado a la promoción de la lengua y la cultura españolas en el mundo, para presentar la hagiografía de Zapatero, firmada Suso de Toro. La clase de filología hispánica fue una de esas que se convierten en prescindibles. Por allí deambulaba, atenta siempre a hacer bien los recados, la inefable Carmen Cafarell, que prestó solícita la eñe nacional para que sirviera de apaño, cucaña, o pestaña a un acto que tenía más de religioso que de literario, más de culto que de cultura, y mucho más de jabón que de lpieza.
Sugiero a los populares que pregunten en el Congreso este uso perverso de la cosa pública. Me atrevo a llamarles la atención sobre el acto sexual que se desarrolló en la casa de la lengua de todos, que los del PP no suelen estar atentos a estos detalles en los que se revela el daon socialista, el verdadero perfil de su alma de señoritos que pasean el lomo la finca, con derecho de pernada. ¿Desde cuándo se presta el Cervantes para el acto político de la presentación de un libro político? ¿Por qué no se escenificó bajo la eñe de su guadaña la puesta de largo del libro de Aznar? ¿Por qué madame Cafarell se presta a esta usurpación de funciones, a esta nográfica felación intelectual de un escritor mediocre a un presidente gaseoso? ¿Lo hace para pagar su nombramiento o demostrar su fidelidad?
Ahora solo nos queda esperar que la distribución funcione, y que el libro de Suso se reparta el ancho mundo como un manual de biografías, para ejemplo de las gentes del globo, desde Marrakech hasta Shangai. Y ya que viene con la eñe, que se adjunte entre los textos prescindibles de la educación para la ciudadanía.
Por cierto, de Toro es de los que defienden la esencia marroquí de Ceuta y Melilla. Muero de ganas comprobar como han resuelto esa pequeña contradicción, esa turbia marcha en su amor incondicional. Madera de Zapatero. Un libro listo para hacer leña.
