Ahora sí, ahora estamos en campaña. ¿Y hasta ahora? Vivíamos del pasado, de la Eta, de lo del 11M. La legislatura ya tiene un precipitado, como si se tratara de una reacción química agitada con la varita de cristal de un loco en un laboratorio nuclear. El remolino ha perdido fuerza centrífuga, y las aguas se van calmando, y ya cada uno puede tener un juicio más o menos cierto, pero definido, de lo que han sido estos cuatro años. Y como en las soluciones saturadas, el resto se ha depositado en el fondo, y eso es el precipitado en química, no otra cosa. Y esos barros están instalados, y tienen un color, más bien oscuro, y son lo que nos queda en la cabeza para juzgar a partir de ahora lo que serán las propuestas de cada partido.
Será la economía. Hasta ahora decían algunos que sería el 11 de marzo, o la cosa terrorista. El 11M es una fecha talismán a la que, después de la sentencia, nadie quiere volver: unos que no fue la Eta, otros que no se trató de una respuesta directa a Irak. Lo de Eta puede regresar. Pero un gobierno controlado Rubalcaba en ese flanco se ocupará de desactivar a los terroristas. ¿Con qué? Bueno, pues con algún señuelo que les lleve a pensar que después de marzo habrá un segundo intento de negociar la paz. Zapatero, tanto, utilizará el terrorismo para intentar repetir en la Moncloa. Algo que han hecho todos, los de un lado y los de otro.
Aislados esos dos grandes asuntos, queda la economía. Siete millones de contribuyentes sueñan hoy con tener que pagar menos a Hacienda y tener unos euros más al mes para poder pagar la cesta de la compra y hacer frente a las hipotecas. Esa propuesta ha hecho daño al Psoe. Rajoy ha tomado la iniciativa, y recupera el pulso, y marca el debate en una zona en la que juega con ventaja, que tiene credibilidad intacta y que los españoles estamos pagando el precio de cuatro años en los que, en la economía, no se ha hecho nada, más allá de vivir de las rentas.