De los múltiples disfraces que ofrece la política, el presidente vasco ha elegido el de batasuno para pasar el fin de año. Consiste este traje en equiparar los crímenes de Eta con los accidentes de tráfico. Así, los muertos camino de las cárceles donde están bien encerrados los terroristas serían víctas del ‘conflicto'. Se le olvida a Juanjosé incluir en la lista los fallecidos infarto, diabetes, enfermedades coronarias de todo tipo, cánceres, flebitis, úlcera duodenal y derrame cerebral que puedan achacar su muerte a la profesión de etarras o batasunos. De esa forma seguro que conseguían equilibrar el número de víctas, y en el balance saldríamos deudores.
De su últa batasunización concluos que el terrorismo y sus apoyos son una enfermedad moral en las provincias vascongadas. Echar en la misma cuenta a los que se van un adelantamiento indebido o una cabezada al volante que a los guardias civiles asesinados de un tiro en la nuca, con premeditación, con ensañamiento y a sangre fría sólo puede ser producto de una repugnante amoralidad y de una convivencia atroz con la violencia hasta el punto de asumir sus argumentos, disparatados que sean. El PNV se ha batasunizado. La política tiene estas cosas. Cuando compites con alguien el mismo electorado acabas adoptando sus formas. Le ha pasado a CIU con ERC, y si hubiera tiempo para hacerlo le pasaría a Zapatero con el PP. Hoy compite a la carrera ser el más españolista, el más ecologista, el paladín de los defensores de la familia. Otro asunto es que tenga credibilidad, y que los disfraces le sienten como a un santo dos pistolas. Lo cierto es que todos los trajes le vienen grandes a ZP, no sé si problema de talla o de hechuras.
