Prisa y Zapatero son como esas parejas que tienen que acudir a un consejero matronial para solucionar sus diferencias e intentar seguir hacia adelante. Y es que después de una últa fase en que el divorcio era inminente, las cosas han comenzado a mejorar y parece que tímidamente se comienzan a arreglar los problemas. Está claro que a Zapatero no le conviene tener a Prisa en contra en la recta final de la campaña electoral y ello busca acercamientos. ¿El prero? Su entrevista en la Cadena Ser con Ángels Barceló.
Hace un par de meses, Prisa le declaraba las hostilidades al Ejecutivo sus supuestos favoritismos a Mediapro durante la llamada guerra del fútbol. Dossieres a miembros del PSOE, denuncias de algunos casos de corrupción, editoriales demoledores en El País y declaraciones incisivas de Juan Luis Cebrián, entre otras cosas, fueron las principales armas de esta artillería desplegada contra un Ejecutivo al que ya no se consideraba amigo.
Una campaña que incluso en círculos privados apuntaba a dinamitar al PSOE en plena época electoral. No obstante, con la llegada de las fiestas de fin de año las cosas parecen haberse calmado y El País sin volver a ser el diario fiel al Ejecutivo, ha bajado las revoluciones intentado dar una de cal y otra de arena. Buena muestra de ello, ha sido el desempeño del diario en temas como la disputa del Ejecutivo con sectores de la Iglesia Católica, mientras que tenemos informaciones críticas que revelan una llegada de la crisis económica.
Esta suerte de dualidad es algo que desde luego incomoda al Ejecutivo, sobre todo considerando que la mayoría de la prensa y la televisión le son adversos. Es ello, que siguen intentando acercarse y lar asperezas con Prisa. El prero de estos acercamientos fue la entrevista del martes del Presidente de Gobierno en la Cadena SER, un encuentro en que Ángels Barceló interrogó a Zapatero sobre los principales temas de actualidad, aunque sin demasiada virulencia.
A partir de esto, Zapatero y su equipo quieren recobrar el apoyo incondicional de Prisa, aunque saben que las relaciones han quedado muy dañadas después de los últos coletazos de la guerra del fútbol. En el pero de los casos, en Moncloa se conformarían con que El País se aparte de las críticas y no insista en desnudar las falencias del ejecutivo socialista.
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