EL HOMBRE QUE MIRABA LOS ÁRBOLES

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Ya ha terminado el otoño en Vermont. Los viejos árboles de Nueva Inglaterra se han quedado sin hoja. El hombre que dejó Endesa para ir a contemplar los ocres en la frontera con Canadá ha vuelto. Y Rajoy le ha fichado para ser el su número dos. Ni Gallardón, ni Ana Pastor, ni Zaplana, ni el disciplinado Acebes: Pizarro. Días antes de dejar la presidencia de la compañía nos cruzamos en lo de Ely del Valle para Telemadrid. Pizarro es hombre austero y duro, pero tiene esa spatía seca de los hombres de antes, esos que presumen de llamar a las cosas su nombre, y de no rechazar un desafío.

No dijo que no cuando se le preguntó los cantos de sirena de la política. Ya su padre, me recordaba anoche el maestro Azuara, estuvo en las Cortes de Franco, y tuvo los bemoles de ser el único procurador que dijo que no cuando el general planteó ante la cámara la Ley de sucesión que llevó al Rey a la jefatura del estado. Pizarro padre no repitió su cargo el tercio familiar que Franco llevaba mal aquello de que alguien le negara un favor.

Rajoy ha dado un golpe de mano. Ha demostrado que manda, que sabe fichar fuera de casa, y que es capaz de atraerse el talento y la energía de un hombre nuevo para la política. Hay además un detalle tante. Pizarro está lpio, no tiene cuentas pendientes, y no existe ningún dossier secreto contra él. Si lo hubiera lo habrían sacado durante la batalla que libro el poder contra él. Lo intentaron todo, lo investigaron todo, le espiaron, y no encontraron más que unas fotos de la últa vez que había estado viendo los arces amarillos en las montañas de Vermont.

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