EL CONTRATO

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Mi abuelo (yo también tuve un abuelo, incluso dos) viajó el mundo como una maleta cargada de sueños. Estuvo en Argentina con caballo y rifle para pastorear vacas. Bajaba una vez al mes al pueblo. Le daban munición, provisiones, y una paga que guardaba entre el cinturón y el cuero. Luego se fue a Estados Unidos. Siempre con contrato firmado en algún lugar de los montes de Navarra, o en el puerto guipuzcoano de Pasajes. Pasó en Nueva York el filtro de la Ellis Island, y no le molestó jurar los principios de la Constitución de Philadelphia y aprender inglés. Eso sí, si podía se echaba su siesta, iba a misa los domingos y fiestas de guardar y era ordenado y puntual.


Rajoy
ha tocado uno de los puntos clave de la legislatura. Le hemos pedido un programa político y cuando lo saca se le echan enca con cajas destempladas. Que siga el gobierno ladrando contra todo lo que propone la oposición, que ese camino perderá las elecciones. Hora era ya de que alguien tocara un asunto clave. Ha llegado el día para decir en voz alta desde la política lo que piensa la inmensa mayoría de españoles, de izquierdas y de derechas, catalanes o andaluces. Hay que hablar de derechos y deberes, y hay que exigir un marco míno de integración. La inmigración sin control mata la inmigración.

Le ha echado un par Mariano. Para que luego digan que no manda. Esta ya no es la campaña de los acomplejados. Con su propuesta de ayer ha roto en pedazos el buenismo y la ceguera progresista. En la diana, Mariano. Esta vez has dado en la diana. Ahora solo te falta que cierren la boca algunos de los tuyos que a la hora de explicar esa propuesta prescindible la pueden arruinar. ¡Que se calle Cañete, coño!

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