¿IMBÉCILES O LOCOS?

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Fue ese filosofo, coleccionista de frases llenas de sentido, llamado Schopenhauer, el que dijo aquello de que 'quien con un temperamento flemático es bécil sería loco con un temperamento sanguíneo'. La frase en cuestión, repleta de sabiduría, tiene que ver con las categorías de la personalidad de los individuos, asunto que aunque para muchos pueda resultar  baladí, tiene una considerable influencia en nuestras vidas, en la medida en que podemos, en cualquier momento ¡es una sple hipótesis!, estar gobernados un bécil o un loco,  según el rasgo que ado la personalidad de quien nos dirija en cada momento. Las palabras de Schopenhauer abren un sinfín de alternativas, y no todas ellas necesariamente buenas.
 

Reconozco que aunque hay multitud de situaciones de la política que me aburren soberanamente, hay una cuestión cuyo detenido estudio y observación, me parece extraordinariamente atractiva y que está íntamente relacionada con el comtamiento de los individuos que mandan en el sistema.  Por una splificación perdonable, hemos decidido ubicar esta cuestión dentro del epígrafe del liderazgo, considerando que el hecho de haber superado el proceso de selección interna es suficiente para asegurar que el que llega arriba es el mejor. Para demostrarlo, ahí tenemos el caso de Joan Puig, ese líder ERC, y de tantos otros que ilustran la vida pública española e internacional. 

Cuando 'trajos' la Democracia a este país, los periodistas de firma decidieron diferenciar a unos presidentes de otros según su nivel de liderazgo. Así, Adolfo Suárez era un líder de tomo y lomo; Calvo Sotelo dejaba mucho que desear en este aspecto; Felipe González, recuperó el liderazgo que parecía deseable para un presidente de Gobierno y cuando llegó Aznar se nos intentó convencer de que el liderazgo no era tan prescindible. De Rodríguez Zapatero, recordar que algún relevante periodista parlamentario, le llegó a bautizar como "Bambi", categoría que no he encontrado entre las muchas que manejan psiquiatras y psicólogos.

Con independencia del laxo concepto de liderazgo utilizado, sí que recuerdo la realidad de los testonios que calificaban a Suárez de ciclotímico; a Calvo Sotelo de flemático; a González de colérico y dominante; a Aznar de mezquino y arrogante y algún adversario político del actual presidente, no deja de señalarle con el dedo para calificarle de  esquizotico, hipócrita y poco fiable. Nada que ver.

¿Cómo definiría Schopenhauer a George Bush, presidente de la nación más poderosa del planeta?. Seguro que no saldría bien parado, bien flemático, sanguíneo, colérico, melancólico o vaya usted a saber.

¿Y qué habría pasado con la humanidad si en vez de haber sido regida y dirigida personalidades inteligentes, aginativas, analíticas, reflexivas, sagaces, ingeniosas, hábiles, versátiles, justas, escrupulosas, responsables, trabajadoras, eficientes, serenas, estables,  seguras de si mismas, perturbables, enérgicas o comunicativas citar solo algunos de los rasgos que adornan las principales categorías de la personalidad hubiera estado gobernada gente de personalidad inmadura?. ¡Se me abren las cas, solo de pensarlo!

Si la personalidad es la suma total de las pautas de conducta determinadas elementos como la herencia, el ambiente y la experiencia de la vida, y hoy hoy nos obligan a hacer un test psicotécnico para conducir un coche u obtener un sple permiso de armas para cazar gamusinos, no deja de sorprender que nuestras vidas, crisis económicas, conflictos diplomáticos o confrontaciones territoriales, puedan ser abordadas y decididas, llegado el caso, un becil o un loco sin haber realizado ni uno ni otro un maldito test de autoesta. Y la diferencia entre ambos no es poca, créanlo.

 

Carlos Díaz Güell, Vicepresidente Ejecutivo de Serfusión

 

 

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