Es muy probable que Dios creara el Mundo en un momento de optismo, en un rapto de entusiasmo lo que había aginado. En su caso, la voluntad de la inteligencia suprema le bastó para que "se hiciera" la luz. Es probable que la inspiración del verbo zapateril le haya dictado al presidente la frase, el mantra, la letanía que repite desde que la realidad, tantas veces negada, le puso frente a sus zapatos relucientes los preros parados de la crisis. El pesismo no crea puestos de trabajo.
Estamos en una situación en la que lo más urgente no es crearlos sino evitar que se destruyan. Y para eso el optismo es tan inútil como el pesismo. Ambos dos son resultado de datos objetivos, de presiones basadas en certezas, de confianza fundamentada en la nómina, o en el crédito, o en el préstamo negado. Dice el profesor Schwartz que el gobierno hay ha dado todo lo que tenía que ofrecer. Ha llegado tarde, ha mentido, y corre el corral como una gallina con la cabeza segada los tipos de interés. Con esas frases decepcionantes el gobierno sólo aspira a confundirse con la población. Son como ese médico que ante la situación desesperada del enfermo, se quita la bata, si sitúa entre los parientes, reparte abrazos, y da palmadas en la espalda. Es un pequeño consuelo. Y es en ese momento cuando los parientes saben que el que está en la cama va a morir, con optismo.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA
